El término caballo blanco se utiliza en el ámbito empresarial para referirse a una persona que invierte dinero en una empresa que presenta dudas sobre su viabilidad o legalidad.
Esta figura puede ser vista como un inversor arriesgado, dispuesto a apostar por un proyecto que otros consideran incierto.
La expresión también evoca la imagen de algo que parece atractivo pero puede ocultar riesgos significativos.