El término cabecero se refiere, en su acepción más antigua y en desuso, a algo que es cabezudo, es decir, que tiene una cabeza grande.
Esta palabra evoca una característica física que, aunque ya no se utiliza comúnmente, nos conecta con un lenguaje más antiguo y con descripciones que solían ser parte de la comunicación cotidiana.
La evolución del idioma ha relegado este uso a un segundo plano, pero su significado aún resuena en el estudio del lenguaje.