La palabra calilla tiene diversas acepciones en el ámbito hispanohablante.
En su primera definición, se refiere a un suplemento o supositorio.
En Guatemala y Honduras, se utiliza para describir a una persona molesta, mientras que en América Latina, se asocia con la idea de molestia en general.
En Chile, el término adquiere un sentido más específico, refiriéndose a un calvario o a las deudas que pueden agobiar a alguien.