El término camilo se refiere a un muchacho que, en la antigua Roma, desempeñaba un papel importante en el servicio del culto.
Estos jóvenes eran responsables de diversas tareas relacionadas con las ceremonias religiosas, actuando como asistentes y ayudantes en los rituales.
Su función era fundamental para el mantenimiento de las tradiciones y prácticas espirituales de la época, reflejando la importancia del culto en la sociedad romana.