El término cardenal en el contexto de la religión se refiere a los prelados que forman parte del Sacro Colegio, actuando como consejeros del Papa.
Ocupan un lugar destacado en la jerarquía eclesiástica, justo después del Pontífice.
Nombrados por el Papa, tienen la responsabilidad de elegir a su sucesor tras su muerte.
Para ser cardenal, es necesario ser sacerdote y tener al menos 24 años, y se clasifican en cardenales-obispos, cardenales-presbíteros y cardenales-diáconos.
Cada uno de los prelados que componen el Sacro Colegio. Los cardenales son los consejeros del Papa en los negocios graves de la Iglesia y, en la jerarquía eclesiástica, ocupan el segundo lugar después del Pontífice. Son nombrados por el Papa; a la muerte de éste se reúnen en cónclave para elegir sucesor de entre ellos mismos, mientras uno se encarga, en el ínterin, de administrar los asuntos eclesiásticos.
La ley canónica exige, como condiciones para ser cardenal, ser sacerdote y tener por lo menos 24 años de edad. Se dividen en tres grupos: 6 cardenales-obispos, 50 cardenales-presbíteros y 14 cardenales-diáconos. Todos los cardenales-obispos y presbíteros son consagrados obispos o arzobispos. Ningún sacerdote que haya sido en alguna ocasión obispo o arzobispo podrá ser nombrado cardenal-diácono, pero sí cardenal-presbítero. Quien permanezca 10 años en esta calidad puede pasar a la de cardenal-obispo. Los cardenales-obispos y la mayoría de los cardenales-diáconos viven en Roma, mientras que sólo algunos de los presbíteros radican en Roma con carácter permanente.
Hasta 1179 los cardenales no tomaban parte con carácter exclusivo en la elección papal. Para asuntos específicos el Sacro Colegio se divide en congregaciones, que se reúnen separadamente para deliberar y decidir, con la aprobación del Papa, sobre todos los asuntos de la Iglesia.
El rango de cardenal no tiene character indelebilis, por lo que el cardenal puede renunciar a su cargo y el Papa puede prescindir de sus servicios discrecionalmente. Su distintivo es capelo, birreta y vestido encarnados. El capelo, que el cardenal recibe en Roma de manos del Papa, no se usa nunca una vez celebrado el Consistorio que lo otorga. Se coloca sobre el catafalco del cardenal y después del funeral se cuelga en su catedral bajo aquella parte del techo que viene a dar exactamente sobre su tumba. Los miembros de alguna de las antiguas órdenes monacales o mendicantes no usan manto escarlata, sino del color de su hábito monástico.