Carlomagno, rey de los francos y emperador de los romanos, fue una figura clave en la historia europea.
Nacido en 742, se convirtió en el líder indiscutible tras la muerte de su hermano Carlomán en 771.
Su reinado, que se extendió hasta 814, estuvo marcado por intensas guerras de conquista, donde sometió a diversos pueblos como los sajones y los árabes.
Su legado perdura como fundador de la dinastía carolingia y unificador de gran parte de Europa.
Biografía de Carlomagno
(742-814). Rey de los francos y emperador de los romanos, primogénito de Pipino III el Breve, fundador de la dinastía carolingia. Nació en Neustria. Sucedió a su padre en 768 y reinó con su hermano Carlomán hasta 771, año en que murió éste. Después de excluir de) trono a sus sobrinos, quedó como único rey y señor de los francos. Véase Pipino III el Breve.
Su reinado (771-814) se dedicó casi exclusivamente a guerras de conquista. Los años de más intensa actividad bélica fueron del 772 al 804, en que sometió a los aquitanos, lombardos, avaros, sajones, bávaros, y venció a los árabes de España. La lucha contra los sajones fue la más larga y difícil de todo su reinado. Witikind, el gran héroe sajón, se sublevó varias veces contra el invasor hasta que, después de dura campaña, fue derrotado. Tras la derrota recibió el bautismo, ejemplo que siguió su pueblo.
Para dar mayor realce a su conquista convocó en 777 la Dieta de Padeborn, en la que obligó a los vencidos a reconocerle como soberano, a pagarle un tributo y a no poner obstáculo alguno a la propagación del Cristianismo. Los bávaros, que habían estado medio sometidos al dominio franco, fueron anexionados en 778. En Hungría destruyó a los avaros asiáticos (796).
Menos afortunado fue en su expedición a España, donde las discrepancias entre los musulmanes parecían brindarle la oportunidad de grandes éxitos. Las tropas francesas llegaron hasta Zaragoza, pero, convencido su caudillo de las dificultades de la empresa, decidió la retirada y su ejército, atacado por fuerzas árabes o vasconas, sufrió graves pérdidas en el desfiladero de Roncesvalles, donde encontró la muerte el legendario Roldán. Posteriormente hizo nuevas incursiones por los Pirineos Orientales, arrojó a los árabes de la Septimania y se apoderó de Barcelona (801). Como protector y aliado del Papa, derrotó en 773-774 a los lombardos, de quienes se proclamó rey. Véase Sajones; Lombardos; Chanson de Roland.
El día de Navidad del año 800, en la iglesia de San Pedro de Roma, fue coronado por el papa León III, mientras la multitud le aclamaba como emperador augusto. La posteridad ha visto en este acto un «resurgir» del Imperio Romano y el nacimiento del llamado más tarde Sacro Romano Imperio; para los contemporáneos la ceremonia celebrada en San Pedro representó, probablemente, un intento de hacer a Carlomagno gobernador del Imperio de Oriente o Imperio Bizantino. Ciertamente esta aspiración fue fútil y su nuevo título careció en realidad de significado. Véase Sacro Romano Imperio.
El estado franco, al menos en teoría, poseía un gobierno efectivo y ordenado. Carlomagno era un soberano absoluto, aunque pidiera consejo a una asamblea de nobles francos. En el gobierno local, la unidad administrativa más importante era el condado gobernado por un conde. Para inspeccionar y vigilar a sus condes, Carlomagno enviaba todos los años a cada condado un par de missi dominici (mensajeros reales). Algunas de sus instrucciones a estos missi han sido conservadas en las leyes llamadas Capitulares. En las fronteras se establecieron las marcas, gobernadas por los margraves. Véase Capitulares.
Carlomagno fomentó la agricultura, el comercio y la industria; fundó ciudades y conventos y creó multitud de escuelas en monasterios y catedrales. En su propio palacio albergó a la Schola Palatina, que ejerció considerable influencia en el renacimiento de la lengua latina y la escritura. Se dio el nombre de carolino a un tipo de letra minúscula, bello y uniforme, que no tardó en extenderse por Europa en sustitución de las variedades de carácter local.
El propio Carlomagno poseía una inteligencia activa e indagadora. Gustaba de la compañía de los sabios y reunió en su Corte a los mejores eruditos de su tiempo: Alcuino de York, Pedro de Pisa, Pablo el Diácono y Eginardo (v. Alcuino; Eginardo). Este último escribió su biografía. Su residencia favorita era Aquisgrán, donde edificó una bella iglesia que aún subsiste pesé a los daños sufridos durante la II Guerra Mundial.
Hombre alto y atlético, fue aficionado a la equitación, la natación y la caza. Aunque profundamente religioso y moderado en la comida y la bebida, su moralidad no fue tal que escapara a todo reproche. Su personalidad y hazañas militares causaron honda impresión en Europa. Durante el siglo posterior a su muerte, la imaginación popular enalteció su figura, que se hizo legendaria. En toda la Edad Media y principio de la Moderna, Carlomagno continuó siendo el héroe inspirador de innumerables romances y cantares épicos. Véase Canción de gesta; Chanson de Roland.
