La Carta del Atlántico es un documento histórico que proclamó los principios fundamentales expuestos por los líderes Franklin D.
Roosevelt y Winston Churchill en 1941.
Este acuerdo, surgido de su encuentro en un acorazado en Terranova, buscaba establecer bases para la cooperación internacional tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre los ocho puntos de la carta se destacaba la renuncia a cualquier tipo de expansión territorial por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Documento en que se proclamaron los principios expuestos por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill el 14 de agosto de 1941 a raíz de su encuentro (9 a 12 de agosto) a bordo de un acorazado en aguas de Terranova. Ambos gobernantes confiaban en que tales principios servirían de base, una vez terminada la guerra, para mejorar las relaciones entre los países de todo el mundo.
La carta comprendía ocho puntos:
1) renuncia por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña a todo engrandecimiento territorial o de otra índole;
2) solución de todo cambio territorial con arreglo al principio de autodeterminación;
3) derecho de todos los pueblos a elegir su forma de gobierno;
4) acceso igual de todas las naciones a las rutas comerciales y a las fuentes de materias primas;
5) plena colaboración entre las naciones para mejorar las condiciones de trabajo, el progreso económico y la seguridad social;
6) establecimiento de la paz como garantía contra el miedo y las necesidades;
7) libertad de los mares;
8) desarme de las naciones agresoras hasta establecerse un amplio y permanente sistema de seguridad y renuncia por todas las naciones al uso de la fuerza.
La carta del Atlántico y las Cuatro Libertades proclamadas por el presidente de Estados Unidos se convirtieron en poderosos instrumentos de propaganda durante la II Guerra Mundial contra las Potencias del Eje.
La declaración de las Naciones Unidas, firmada el 1 de enero de 1942 en Washington por 26 naciones, suscribía los principios de la Carta del Atlántico.
Al finalizar la conflagración, la Carta de las Naciones Unidas, adoptada en 1945, ratificaba algunos de los objetivos de la declaración de ambos estadistas.
Nueve años más tarde, los principios de la Carta del Atlántico fueron reafirmados por el presidente Eisenhower y el primer ministro Churchill en su encuentro de junio de 1954 en Washington, como fundamento de sus esfuerzos combinados para garantizar la paz mundial.
La Carta del Atlántico fue un documento histórico que sentó las bases para la cooperación internacional y la promoción de la paz y la justicia en el mundo. Fue un firme compromiso por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña para evitar la expansión territorial y promover el autogobierno de los pueblos.
El principio de autodeterminación fue de particular importancia en la Carta, ya que establecía que los cambios territoriales deberían realizarse de acuerdo con los deseos de las poblaciones afectadas. Esto sentó las bases para el respeto de la soberanía de los países y el reconocimiento de que su destino debía ser determinado por ellos mismos.
Además, la Carta del Atlántico promovía la igualdad de acceso a las rutas comerciales y las fuentes de materias primas, reconociendo la importancia del comercio justo y la necesidad de evitar el control exclusivo por parte de algunas naciones. También se enfatizaba la importancia de la colaboración entre las naciones para mejorar las condiciones de trabajo, promover el progreso económico y garantizar la seguridad social.
La búsqueda de la paz y la seguridad era un principio central en la Carta del Atlántico, y se proponía el desarme de las naciones agresoras y la renuncia al uso de la fuerza como una forma de garantizar la estabilidad mundial. También se destacaba la importancia de la libertad de los mares y el acceso igualitario a ellos, para promover el comercio y la cooperación internacional.
A lo largo de los años, los principios de la Carta del Atlántico han resonado en otras declaraciones y acuerdos internacionales, influyendo en el establecimiento de organizaciones como las Naciones Unidas. Su legado como un instrumento para la promoción de la paz y la cooperación global persiste hasta nuestros días.