Cartago fue una antigua ciudad africana, conocida en fenicio como Kart Hadasht y en griego como Karchedon.
Situada en el norte de África, en el Golfo de Túnez, fue una poderosa potencia política y mercantil en el Mediterráneo occidental, rivalizando con la República romana.
Fundada en el siglo IX a.C.
por colonos fenicios de Tiro, su esplendor se reflejó en su impresionante puerto y una población diversa, que alcanzó un millón de habitantes en su apogeo.
Cartago (antigua ciudad africana)
en fenicio Kart Hadasht, en griego Karchedon, en latín Carthago. Antigua ciudad del N de África, en el Golfo de Túnez, al NE de la moderna Túnez. Durante siglos constituyó la potencia política y mercantil dominante en el Mediterráneo occidental, gran rival de la naciente República romana. En sus orígenes fue una colonia fenicia, fundada en el siglo ix a. de J.C. por colonos de Tiro conducidos y gobernados, según la tradición, por la reina Dido. El primitivo emplazamiento fue probablemente la colina llamada Byrsa o Bosra, la futura ciudadela. En su época de máximo esplendor la ciudad poseía un puerto circular para barcos de guerra, llamado Cothon, y otro exterior, más grande, para buques mercantes. La población, que en su apogeo (siglo iii a. de J.C.) alcanzó tal vez el millón de habitantes, estaba formada por una minoría dominante de fenicios y una mayoría de libios, procedentes de las tierras circundantes, en su mayor parte esclavos.
Su constitución oligárquica se distinguió en los tiempos antiguos por su estabilidad. Dos sujetes eran elegidos todos los años con poderes ejecutivos y judiciales. En teoría, el poder se dividía entre el consejo y la asamblea popular, pero en la práctica era ejercido por consejos y comisiones menores. Aunque la mayor parte de los cargos tenían carácter anual, la reelección era tan corriente que muchos de ellos, de hecho, se convertían en vitalicios. El grupo dominante estaba constituido por los grandes comerciantes, cuyos intereses determinaban la política del Estado, aun cuando también hacían sentir su influencia los grandes terratenientes. La religión cartaginesa era fenicia en sus orígenes, rendía culto a Baal o Moloch y a Tanit o Astarté como dioses principales y practicaba sacrificios humanos.
Simple factoría comercial en sus comienzos, Cartago fue extendiendo paulatinamente su influencia sobre los pueblos vecinos de Libia y otras regiones del N de África hasta las costas atlánticas occidentales. Sus viajeros y comerciantes, atravesando las Columnas de Hércules, visitaban las costas occidentales de África y posiblemente también las de Europa. A través del Mediterráneo la influencia cartaginesa se dejó sentir en Sicilia, Cerdeña, las Islas Baleares y España. En Sicilia, después de la derrota sufrida en Himera el año 480 a. de J.C. a manos de Gelón, los cartagineses sólo conservaron el extremo occidental, pero a finales del siglo v ocuparon la mitad occidental de la isla. Restringido de nuevo este dominio en el año 339 por la victoria de Timoleón en Crimessus, volvieron a imponerlo 30 años después.
Guerras Púnicas.
La primera lucha con Roma (264-241 a. de J.C.), llamada por los romanos Primera Guerra Púnica, tuvo por consecuencia la construcción de una formidable flota romana y las derrotas cartaginesas en Sicilia y en varias batallas navales. Cartago perdió sus posesiones sicilianas y hubo de evacuar Cerdeña el año 238 a. de J.C. Terminada la guerra, Amílcar, -el generalísimo cartaginés, y más tarde su yerno y sucesor Asdrúbal y el hijo de aquél, Aníbal, emprendieron la conquista de España para compensar las pérdidas anteriores. El poder cartaginés se fue extendiendo por la Península hasta el Ebro sin encontrar la menor oposición por parte de Roma. Pero la toma de Sagunto por Aníbal, el año 219 a. de J.C., provocó la Segunda Guerra Púnica. En el curso de esta guerra Aníbal invadió Italia en una épica marcha sobre los Alpes y consiguió las memorables victorias de Trebia (218), Trasimeno (217) y Cannas (216). No logró, empero quebrantar el poderío militar de Roma, mantenido gracias a la táctica dilatoria de Fabio, ni destruir la alianza con Roma ele las ciudades italianas. Mientras tanto, los romanos vencieron a los cartagineses en España y al ejército de socorro de Asdrúbal en el Metauro (207 a. de J.C.). Cuando Escipión Africano el Mayor invadió África el año 204, Aníbal se vio obligado a regresar a su patria para defender Cartago y fue rotundamente derrotado por Escipión en Zama (202). Cartago perdió todas sus posesiones, excepto las de su inmediata vecindad, y quedó reducida a la condición de estado vasallo de Roma.
Instigada por las repetidas exigencias de Catón el Viejo, que insistía en la destrucción de Cartago, Roma emprendió el año 149 la Tercera Guerra Púnica, que acabó el año 146 a. de J.C. con la total destrucción de la ciudad por Escipión Africano el Menor. La región quedó transformada en la provincia romana de África. En estas prolongadas guerras la ventaja, tanto en riquezas como en poderío naval, estuvo en un principio del lado de Cartago, ayudada por la estrategia de la familia Barca, especialmente Aníbal. La victoria definitiva de Roma ha de atribuirse al carácter de sus tropas, que contrastaban con las mercenarias utilizadas por los cartagineses, así como a la fortaleza de la confederación que los políticos romanos habían conseguido erigir en Italia, en contraste con el débil dominio mantenido por los cartagineses sobre sus territorios explotados en beneficio de sus mercaderes.
Cartago romana.
Cayo Graco intentó en vano restaurar la ciudad el año 122 a. de J.C. Julio César fundó en su solar una colonia romana, que recibió estímulo y ayuda de Augusto y llegó a ser el centro más importante del África romana. Con el advenimiento del Cristianismo, la ciudad se convirtió en centro religioso y cultural. Sede de varios sínodos y concilios, tuvo especial importancia en la lucha con los Donatistas. Los vándalos, mandados por Geiserico, tomaron la ciudad el año 439 de nuestra Era y la conservaron hasta que fue reconquistada por Belisario para el Imperio Bizantino el año 533. En el 698 fue conquistada y destruida por los árabes. En ella desembarcó y murió (1270) el organizador de la Octava Cruzada, San Luis de Francia (Luis IX).
Desde comienzos del siglo xix, los arqueólogos, muy especialmente el Padre Delattre, han realizado en su emplazamiento importantes excavaciones que han puesto al descubierto tumbas y templos púnicos, así como considerables reliquias romanas: un teatro, un acueducto, diversas villas, mosaicos, inscripciones, monedas, cerámica, joyas y objetos de vidrio. En el siglo xix Cartago se convirtió en centro de la actividad católica francesa, que erigió en 1841 una capilla en recuerdo de San Luis y, gracias al celo del cardenal Lavigerie, restauró el arzobispado y construyó una catedral (1886-90). Para guardar los hallazgos arque-lógicos, especialmente los del periodo cristiano, se construyó el Museo Lavigerie. En el siglo xx, Cartago pasó a ser suburbio residencial de Túnez. Véase Roma.
