El término casco viejo urbano se refiere a la parte más antigua de una ciudad, donde predominan edificaciones en mal estado y calles estrechas.
Este espacio suele presentar problemas de hacinamiento y falta de higiene, lo que lleva a las autoridades a realizar inspecciones y reformas.
El urbanismo se enfrenta al desafío de revitalizar estas áreas, que, aunque históricas, obstaculizan la circulación y el desarrollo de las ciudades modernas.
Parte antigua de una ciudad, muchas veces compuesta de edificaciones ruinosas, separadas por calles estrechas y tortuosas. En estas zonas es frecuente el hacinamiento de familias en los pisos con infracción de las más elementales normas de higiene. Ello obliga a las autoridades municipales a continuas inspecciones, de las que a menudo se derivan reformas que ayudan a mejorar situaciones insostenibles. A veces la inspección señala casas enteras que, por amenazar ruina, han de desalojarse y someterse a la acción de la piqueta. Prácticamente, todas las ciudades antiguas de importancia se enfrentan con estos y otros muchos problemas planteados por sus cascos viejos. Entre ellos no es el menos grave el obstáculo que suponen para la circulación normal al quedar enquistados en los lugares más vitales de las poblaciones a que dieron origen. En tales casos las grandes vías urbanas han de abrirse paso violentamente a través del intrincado amasijo de casas, derribando manzanas enteras. Con frecuencia se presenta el problema del interés artístico e histórico de esos barrios viejos, que aconseja su conservación, lo que algunas veces es posible realizar al dejarlos al margen de la precipitada vida moderna.