La catoquita es un mineral fascinante, conocido por su origen en la isla de Córcega.
Esta piedra bituminosa destaca por una peculiaridad: al tocarla, parece tener la capacidad de atraer y retener la mano, lo que la convierte en un objeto de interés tanto para los científicos como para los curiosos.
Su singularidad no solo radica en su composición, sino también en las experiencias que genera al contacto humano.