El término cernóforo proviene de la antigüedad clásica y se refiere a un portador de cernos o vasos sagrados utilizados en rituales de sacrificio.
Estos objetos eran esenciales en ceremonias religiosas, simbolizando la conexión entre lo divino y lo terrenal.
La figura del cernóforo destaca por su papel en la transmisión de ofrendas, siendo un elemento clave en las prácticas espirituales de diversas culturas antiguas.