Pierre Charron (1541-1603) fue un destacado teólogo y moralista católico nacido en París.
Estudió leyes y se convirtió en predicador de Margarita de Valois, ganando renombre en círculos eclesiásticos.
Su ministerio se caracterizó por sermones apasionados.
Amigo y discípulo de Montaigne, Charron es conocido por sus obras, como Les trois vérités, que defendía el catolicismo, y Traite de la sagesse, que generó controversia y críticas.
Biografía de Charron, Pierre
(1541-1603). Teólogo y moralista católico, nacido en París, donde estudió y practicó leyes durante varios años. Fue predicador de Margarita de Valois (v. Margarita de Valois) y alcanzó en los círculos eclesiásticos cierta celebridad que le valió el nombramiento de vicario general (1594) y primer secretario de la convención del clero francés (1594). En la práctica de su ministerio se distinguió por sus inflamados sermones.
Fue íntimo amigo y discípulo de Montaigne (v. Montaigne, Michel Eyquem de), el ingenioso escéptico a cuya influencia se deben las controvertidas opiniones por las que Charron es sobre todo recordado. Su primer libro, Les trois vérités (1594), consistía en una defensa del Catolicismo como única religión verdadera. Su segundo libro, Discours chrétiens (1600), era una colección de hábiles sermones desprovistos de carácter polémico. Sin embargo, su tercera obra provocó una oleada de críticas e hizo que se le tildara de ateo. En ella, Traite de la sagesse (1601), epítome en gran parte de las ideas de Montaigne, Charron expresó la opinión escéptica y más bien pesimista de que, aunque en la razón descansa el último criterio sobre lo justo e injusto, lo verdadero y falso, el hombre es incapaz de distinguir entre la verdad y el error por el sólo empleo de su razón o cualquiera otra de sus facultades. El ser humano, según él, ha de soportar una existencia esencialmente dolorosa. Para vivir la mejor vida posible, sin ofender a nadie, deberá atenerse a las admoniciones de la autoridad tradicional, que es la eclesiástica, con su facultad de guía sobrenatural. Semejante intento de conciliar la aceptación pasiva de la dirección eclesiástica en todas las cosas con las ideas de libertad social que ganaban terreno en Francia había de carecer de influencia efectiva en el curso subsiguiente de los acontecimientos. En el resto de su vida se esforzó en explicar el tono ateo que sus críticos atribuyeron al Traité. No acertó nunca, sin embargo, a conseguirlo del todo, como lo prueba el hecho de que a veces se le llama el fundador del laicismo moderno.