El término churrigueresco se refiere a un estilo arquitectónico que surge en la España de la segunda mitad del siglo xvii y la primera mitad del xviii.
Este estilo es una exaltación del barroco, adaptado a la idiosincrasia española y a las circunstancias espirituales de la época.
Su nombre proviene de la familia de arquitectos Churriguera, quienes desafiaron las normas del neoclasicismo con obras que, aunque criticadas, reflejan una rica creatividad y un delirio artístico sin igual.
Exaltación superlativa del barroco o, más bien, adaptación de éste a la especial idiosincrasia española y a la coyuntura espiritual del momento: segunda mitad del siglo xvii y primera mitad del xviii. Nace, con grave escándalo de los neoclásicos, como reacción contra la sobria frigidez herreriana al conjuro de un nombre, Churriguera, en el que se encuadra toda una familia de arquitectos. Y nace precisamente, como augurio de su efímera existencia en el mundo de las Bellas Artes, al pie de un túmulo: el construido en 1689 por José, el jefe de la familia, para guardar los restos de la reina Maria Luisa de Orleans. Los que, escandalizados, se rasgaron las vestiduras ante la audacia del nuevo estilo olvidaron que artistas, de la talla de Alonso Cano, Narciso Tomé y Pedro Ribera no sólo se dejaron influir por él sino que lo llevaron a sus últimas consecuencias. Este delirio del barroco, bautizado despectivamente con el nombre de «churriguerismo», aparece, en su espléndida plenitud como un fruto sazonado que se resiste a la inminente podredumbre; como una tardía floración de piedra que pretende cubrir la desnudez geográfica y política de una España decadente; más que como un recuerdo de pasadas grandezas, como un orgulloso afán de disimular miserias presentes. No otra cosa parece perseguir la alucinante búsqueda de medios decorativos que esconden entre su exuberancia esos caracteres fundamentales: plasticidad tridimensional, retorcimiento de los elementos clásicos en diferentes escalas dentro del mismo diseño, contrastes ópticos y sensoriales, triunfo de la policromía sobre la decoración monocromática, ornamentación de estuco y madera sobredorada, orgía de la imaginación en la prodigalidad de volutas, grecas, cenefas, figuras humanas y animales, dislocación y retorcimiento de columnas, divergencia de líneas, superposición de planos, supeditación de la estática a la dinámica y del intelecto al pathos.
Entre los cultivadores de este gongorismo de la arquitectura destacan José Churriguera (1665-1725), que dejó muestras magníficas de su arte en Madrid (Mausoleo de María Luisa, 1689; la puerta de la iglesia de San Sebastián; la de la Academia de Bellas Artes de San Fernando; la iglesia de San Cayetano, concluida por Ribera; la fachada de la iglesia de Santo Tomás; la planificación de toda una ciudad, el Nuevo Baztán, en Loeches) y en Salamanca (torre de la Catedral Nueva; retablo de San Esteban, 1693; Casas
Consistoriales, 1720-33); Joaquín Churriguera (1674-1724), hermano de José, autor de la cúpula de la Catedral y de las Calatravas de Salamanca; Alberto Churriguera (1676-1740), hermano de los anteriores y tal vez superior a ellos, genial creador de la fachada de la Catedral de Valladolid, el trascoro y sillería de la Catedral Nueva de Salamanca y la Plaza Mayor de ésta, que pasa por ser la más bella de España; Jerónimo Churriguera (m. 1731), hijo de José, que, en colaboración con su hermano Nicolás, erigió en Madrid la cúpula de la iglesia de Santo Tomás, que se derrumbó en 1725; el incomparable pintor, escultor y arquitecto Alonso Cano (1601-67), que levantó la fachada de la Catedral de Granada; Pedro Ribera, desaforado en sus libertades expresivas, como lo demuestran el Hospicio de San Fernando, el cuartel del Conde-Duque, el puente de Toledo, la iglesia de Benedictinos de Montserrat, todo ello en Madrid; José Jiménez Donoso (1626-90), que también embelleció la capital de España con hermosas obras: iglesia de San Luis, portada de la iglesia de la Santa Cruz, retablos de las iglesias de San Basilio y del convento de la Victoria; Narciso Tomé, que expresó su recia personalidad en el retablo mayor de la Catedral de León, en el famoso Transparente -joya del churriguerismo- de la de Toledo y en la Universidad de Valladolid; Fernando de las Casas y Novoa, maestro mayor de la Catedral de Santiago de Compostela, cuyo Pórtico de la Gloria cubrió con el Obradoiro (1783); fray Manuel Vázquez, autor de la sacristía de la Cartuja de Granada; y Figueroa, que levantó en Sevilla la fachada del Palacio de San Telmo.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de churrigueresco (estilo)
Palabra inversa: )olitse( ocsereugirruhc Número de letras: 22 Posee un total de 9 vocales: u i u e e o e i o Y un total de 11 consonantes: c h r r g r s c s t l
¿Es aceptada "churrigueresco (estilo)" en el diccionario de la RAE?