La circulación de la sangre en un feto humano es un proceso vital que ocurre en el útero, donde los pulmones aún no funcionan.
Durante esta etapa, el intercambio de oxígeno y anhídrido carbónico se realiza a través de la placenta, sin que la sangre materna entre en contacto directo con el feto.
La sangre oxigenada viaja desde la placenta por medio de la vena umbilical hacia el hígado y luego al corazón, asegurando el desarrollo adecuado del feto antes del nacimiento.
circulación de la sangre en un feto humano
Aunque los pulmones del feto se encuentran totalmente formados y dispuestos a funcionar en los dos últimos meses de la vida intrauterina, la respiración no empieza hasta después del nacimiento (v. Embriología humana). En la vida fetal el intercambio de anhídrido carbónico y oxígeno se verifica entre la sangre materna y la fetal en la placenta. En realidad, la sangre materna no penetra en el cuerpo del feto, ya que se limita a ocupar pequeños depósitos o senos en la parte materna de la placenta. En estos senos se sumergen unas prolongaciones dactiliformes de la placenta fetal, de suerte que el oxígeno y el anhídrido carbónico atraviesan el delgado tejido que separa las placentas materna y fetal de la zona. La sangre portadora de oxígeno llega desde la placenta a través de una larga vena umbilical hasta el hígado del feto. Un vaso especial conocido por conducto venoso de Arando lleva la sangre a través del hígado hasta el corazón derecho. Aquí la sangre rica en oxígeno se mezcla con la pobre, procedente de la parte superior del cuerpo.
En el feto, una abertura ovalada, llamada agujero de Botal, situada entre las dos aurículas, permite a la mayor parte de la sangre atravesar transversalmente el corazón sin pasar por los pulmones. La sangre más pobre en oxígeno se ve impulsada por el ventrículo derecho y parte de ella recorre el circuito pulmonar, llega a la aurícula izquierda y desemboca en el ventrículo izquierdo; otra parte pasa a la aorta por el conducto arterioso que une la arteria pulmonar con la aorta en el feto. Esta sangre, pobre en oxígeno, recorre el tironeo, órganos abdominales y piernas y, por último, nutre a la placenta. La sangre más rica en oxígeno atraviesa el agujero de Botal desde la aurícula derecha hasta la izquierda y desde el ventrículo izquierdo llega por la aorta a las arterias coronarias, cabeza y brazos para retonar al corazón y, ya pobre en oxígeno, sigue el curso arriba indicado.
Al nacer, los pulmones empiezan a funcionar y cesa rápidamente la circulación fetal. El agujero de Botal se cierra por la diferencia de presión entre el corazón derecho e izquierdo. La aurícula izquierda empuja a la válvula de Vieussens, que cierra el agujero, y dejan de funcionar los vasos y conductos fetales.
