Ciro el Grande fue un destacado rey de Persia y el fundador del Imperio Persa, que reinó entre 550 y 529 a.C.
Su vida, envuelta en leyendas, se conoce gracias a fuentes históricas como los escritos de Herodoto y un cilindro cuneiforme hallado en Babilonia.
Ciro, hijo de Cambises I y descendiente de los aqueménidas, lideró la sublevación contra Astiages, rey de los medos, y expandió su imperio al conquistar Lidia y otras regiones.
Biografía de Ciro el grande
(600?-529 a. de J.C.). Rey de Persia (550-529), fundador del Imperio Persa. El nacimiento y primeros años de su vida pertenecen al dominio de la leyenda. Sin embargo, poseemos importantes fuentes de información de auténtico valor histórico, en los escritos de Herodoto y en un cilindro de escritura cuneiforme del propio Ciro, descubierto entre las ruinas de Babilonia, en que aparece como hijo del persa Cambises I y descendiente de los aqueménidas. En la Biblia se alude a él; Isaías le llamó «el ungido del Señor». Según el cilindro cuneiforme, que se conserva en el Museo Británico, Ciro era súbdito de Astiages, rey de los medos, que muy bien pudo ser su propio abuelo. En el marco histórico consta que en el año 550 a. de J.C. sublevó a los persas contra Astiages y conquistó el Imperio Medo. Una vez lograda la unidad de Persia y Media, invadió Lidia, derrotó al Ejército de Creso y se apoderó de su capital, Sardes (546 a. de J.C.'). Eliminado Creso, Ciro se erigió en dueño absoluto del Asia Menor. En Babilonia reinaba el desasosiego: a la impopularidad que rodeaba a su rey Nabonid se agregaba la inquietud provocada por el cautiverio de los judíos en la plaza. Según los relatos cuneiformes y el Antiguo Testamento, Babilonia cayó sin derramamiento de sangre y su rey Nabonid fue hecho prisionero. Ciro hizo su entrada triunfal en la ciudad en octubre del año 539 a. de J.C. y se proclamó rey de Babilonia. Autorizó a los judíos a regresar a su patria y a reconstruir el templo de Jerusalén e incluso ordenó que se les restituyeran los vasos sagrados arrebatados del templo. Con un gran imperio en sus manos, se dice que se dirigió al E del Mar Caspio a someter a la tribu bárbara de los masagetas y pereció en la batalla.