La palabra cito tiene su origen en el uso antiguo, donde servía como una voz para llamar a los perros.
Esta acepción, aunque hoy en día se considera anticuada y en desuso, refleja una conexión con prácticas de comunicación en el ámbito rural y de la caza.
A pesar de su rareza en el lenguaje actual, "cito" evoca un tiempo en que las palabras tenían un papel más directo en la interacción con los animales.