La clasificación de los antisépticos se refiere a la manera en que se agrupan estos compuestos según su uso práctico.
Existen diferentes categorías, como antisépticos para operaciones quirúrgicas, tratamiento de infecciones cutáneas, desinfección del intestino, y otros específicos para órganos genitales, pulmonares o enfermedades infecciosas.
Además, se utilizan en la esterilización de diversos objetos y espacios, asegurando así la prevención de infecciones.
clasificación de los antisépticos
Los antisépticos pueden clasificarse desde un punto de vista práctico, según los usos a que se destinen, en antisépticos: a) para operaciones quirúrgicas; b) para el tratamiento de las infecciones de la piel; c) para la desinfección del intestino; d) para el tratamiento de infecciones de los órganos genitales y urinarios; e) para el tratamiento de infecciones pulmonares; f) para el tratamiento de enfermedades infecciosas generales. Los antisépticos, o más bien desinfectantes, encuentran también aplicación en la esterilización de habitaciones, muebles, ropas, excrementos, agua potable e instrumentos quirúrgicos. Véase Desinfectantes.
En cirugía, los antisépticos se emplean para desinfectar la piel antes de las operaciones y para prevenir o vencer la infección de la herida. Para la desinfección de la piel se utilizan soluciones de alcohol al 70 %, soluciones alcohólicas de yodo o ácido pícrico y, en casos especialmente difíciles, tinturas antisépticas (violeta de genciana, verde brillante). Los instrumentos quirúrgicos se esterilizan por el calor y se conservan luego en soluciones antisépticas de ácido fénico, antisépticos mercuriales o detergentes.
Para el tratamiento de las heridas infectadas, el ácido fénico y sus derivados son demasiado irritantes, por lo que se emplean para estos fines compuestos mercuriales, antisépticos oxidantes y clorínicos, detergentes y tinturas antisépticas (acriflavina o proflavina) por irrigación, lavado o apósitos empapados. También pueden usarse polvos antisépticos como los de sulfanilamida.
Para el tratamiento de algunas enfermedades de la piel pueden emplearse el ácido fénico y sus derivados (Timol, Resorcina y Ácido pícrico) o antisépticos metálicos como el óxido de cinc. Véase Cinc, Compuestos de.
Para la desinfección del tubo digestivo, virtualmente imposible de conseguir hasta nuestros días, se han revelado valiosas varias sulfamidas y, más recientemente, los antibióticos. En las infecciones del tracto urinario, antes resistentes a un control satisfactorio, ambos grupos de antisépticos producen la curación en una elevada proporción de casos. Entre otras importantes enfermedades, actualmente bajo el dominio de una extensa gama de sulfamidas y antibióticos, figuran las infecciones del cerebro, osteomielitis, infecciones cardiacas y enfermedades respiratorias (neumonías y, más recientemente, la tuberculosis).
Para la desinfección de habitaciones, objetos, ropas y excrementos pueden utilizarse el formaldehído o la ciprina. El agua puede desinfectarse con clorina o compuestos clorínicos (Halazona).