La clemátide es una planta de la familia de las renunculáceas, conocida por su capacidad de trepar y adornar jardines y espacios exteriores.
Sus flores, que suelen ser de un hermoso color blanco, aportan un toque de elegancia y frescura a cualquier entorno.
Esta planta es apreciada no solo por su belleza, sino también por su resistencia y versatilidad en el cultivo, convirtiéndola en una opción popular entre los amantes de la jardinería.
f. Planta renunculácea trepadora, de flores blancas.
Segundo diccionario: clemátide
Origen de la palabra: (latín clemátis, -ídis, y éste del gr.)
f. Planta medicinal, de la familia de las ranunculáceas, de flores blancas, cuyas hojas se emplean en medicina contra la sarna.2º artículo
Género de hierbas perennes o enredaderas sarmentosas trepadoras pertenecientes a la familia de las ranunculáceas. Se distinguen en él unas 150 especies distribuidas por todas las zonas templadas septentrionales del mundo. Sus hojas son opuestas y, por lo general, compuestas. Las flores, abiertas y planas, crecen solitarias o en panículos. Sus sépalos adoptan la forma de pétalos, de que carecen. El fruto, largo y plumoso, contiene una sola semilla.
Las clemátides se cruzan con facilidad, por lo que existen mucha variedades híbridas. La C. viticella, cultivada en los jardines, produce flores azules, purpúreas o rosáceas, de unos 5 cm de diámetro, solitarias o en grupos de tres. La C. lanuginosa trepa hasta 1,80 m de altura. De julio a setiembre se adorna de grandes flores estrelladas de color lila. La C. jackmanii produce flores aterciopeladas purpúreas de 15 cm de diámetro, dispuestas, por lo general, en tres panículos en las extremidades de las ramas. Las flores solitarias de la C. viorna adoptaban forma de embudo con cuatro gruesos pétalos colgantes de color púrpura. La C. paniculata, que puede alcanzar 9 m de altitud, da flores olorosas, de un blanco mate, dispuestas en panículos.
Las clemátides prosperan en suelos ricos, bien avenados y penumbrosos. Se reproducen por semillas o especies de raíces. Las especies herbáceas perennes se utilizan en arriates. Otras, dado su hábito trepador, necesitan rodrigones.