Clemente XIV fue un pontífice romano que gobernó la Iglesia desde 1769 hasta 1774, nacido en Sant’Arcangelo di Romagna, Italia.
Proveniente de una familia de clase media y educado por los jesuitas, se unió a la Orden franciscana.
Su papado se desarrolló en un contexto complicado, marcado por la oposición a la Iglesia y la supresión de los jesuitas en varios países.
Su primera encíclica reflejó su deseo de unir a los príncipes cristianos contra las fuerzas de la irreligión.
Biografía de Clemente XIV
(1705-74). Pontífice romano, nacido en Sant’Arcangelo di Romagna (Italia), en el seno de una familia de la clase media. Educado por los jesuitas, ingresó en la Orden franciscana y gozó de gran estima por su erudición y virtud. Fue nombrado cardenal por Clemente XIII en 1759. En la época de su coronación (1769) atravesaba la Iglesia difíciles momentos: el jansenismo, galicanismo, febronianismo, erastianismo y racionalismo prosperaban en todas partes; muchos de los dirigentes europeos eran hostiles al papado; en Francia, España y Portugal habían sido suprimidos los jesuitas y sus gobiernos borbónicos presionaban cerca del Papa por conseguir su supresión en todo el mundo. En su primera encíclica mostraba Clemente su deseo de mantener el apoyo de los príncipes cristianos a fin de presentar un frente más sólido a las peligrosas fuerzas de la irreligión. Durante cuatro años demoró la decisión de suprimir una Orden religiosa de 22589 miembros que había servido tan fielmente a la Iglesia; pero sus enemigos eran implacables y finalmente los borbones indujeron al Pontífice a la publicación del breve de disolución Dominus ac Redemptor (1773). En su mismo comienzo se explica el único motivo que le obligó a tomar tal medida: «Impulsados por el deber de restaurar la armonía en la Iglesia, convencidos de que la Compañía de Jesús no puede por más tiempo realizar los fines para los que fue fundada y movidos por otras razones de prudencia y política gubernamental que guardamos para Nos, abolimos y anulamos la Compañía de Jesús con sus oficios, casas e instituciones». No se hacía ninguna imputación de inmoralidad o herejía. Incluso llegó a afirmar el Papa que «amaba tiernamente a todos los individuos que componían la Compañía». El escéptico Federico II de Prusia y la ortodoxa griega Catalina II de Rusia se opusieron a que el breve fuera promulgado en sus territorios. Pero en los demás lugares los jesuitas aceptaron el breve. Catorce meses más tarde moría el Papa. Véase Jesuítas.