A la muerte de su padre, Tolomeo XI Auletes, empezó a reinar cuando sólo contaba 16 años, en unión de un hermano suyo (con el que hubo de casarse siguiendo la costumbre egipcia). Pero en el 49 a. de J.C. fue expulsada del trono por dos guardias de su hermano, Potino y Aquilas, y huyó a Siria, donde encontró a César, que iba en persecución de Pompeyo el Grande.
Enamorado de Cleopatra, emprendió César una guerra para reponerla en el trono egipcio. El hermano de Cleopatra resultó muerto en ella y ésta volvió a reinar conjuntamente con otro hermano de 11 años, Tolomeo, a quien envenenó más tarde.
Tuvo un hijo de César el año 47 y siguió al conquistador a Roma, donde vivió como su amante hasta que fue asesinado el año 44.
Luego regresó a Egipto y no volvió a participar en las guerras civiles romanas hasta el año 41, en que remontó aparatosamente el Cindo para entrevistarse con Marco Antonio en Tarso (Cilicia).
Todavía joven y bella, enamoró al triunviro y se convirtió en su amante.
El connubio se hizo tan impopular en Roma que Octavio Augusto, cuñado de Antonio, declaró a ambos la guerra.
Aunque terminaron por casarse (36) y tuvieron tres hijos, los romanos siguieron mirando su unión como absolutamente ilegal.
La cobardía de la flota de Cleopatra en la batalla de Accio dejó a Antonio sin otra alternativa que la huida ante las fuerzas de su rival (31). Advirtiendo Cleopatra de qué lado se volvían las tornas, trató de llegar a un arreglo —político y amatorio— con Augusto, pero éste se mostró intransigente.
Mientras tanto, como recibiera Antonio la falsa noticia de la muerte de Cleopatra (noticia que ella misma había ordenado propalar), se suicidó. Cleopatra, fallido su intento de atraerse a Augusto, se hizo morder de un áspid antes que caer prisionera de Roma.
Con la muerte de Cesarión, el hijo habido con César, y los tres hijos de Antonio terminó la dinastía de los Tolomeos.
Cleopatra fue odiada y temida por historiadores romanos como Plutarco, cuya biografía de Antonio constituye la principal fuente de información sobre la intrigante soberana.
Brutal y despiadada oportunista, se aprovechó del desorden general reinante en Roma para lograr sus propias ambiciones; pero en esto no fue peor que los políticos romanos de su época.
Su personalidad ha sido tratada en obras literarias tan famosas como Antony and Cleopatra, de Shakespeare, All for Love, de Dryden, y Caesar and Cleopatra, de George Bernard Shaw.
Cleopatra VII Thea Philopator, última reina del período helenístico de Egipto y figura central en la historia del Mediterráneo antiguo, ha trascendido como un icono de inteligencia, astucia política y poder seductor. Su vida y reinado se entrelazan con los conflictos y transformaciones que definieron el final de la República Romana y el nacimiento del Imperio Romano.
Nacida en una dinastía de origen macedonio fundada por Ptolomeo I Sóter, uno de los generales de Alejandro Magno, Cleopatra emergió en un contexto de profunda crisis política tanto en Egipto como en Roma. Su habilidad para navegar a través de las turbulentas aguas de la política internacional, alineándose con algunos de los líderes romanos más poderosos de su tiempo, revela una perspicacia y determinación excepcionales.
La relación de Cleopatra con Julio César no solo marcó un punto de inflexión en su lucha por el poder en Egipto sino que también la colocó en el centro del escenario político romano. La alianza con Marco Antonio, por otro lado, refleja su ambición de restaurar las antiguas glorias del Egipto ptolemaico y expandir su influencia más allá de sus fronteras tradicionales. Sin embargo, esta unión se convirtió en el catalizador que precipitó el conflicto final con Octavio Augusto, que culminaría en la anexión romana de Egipto.
La muerte de Cleopatra simboliza no solo el fin de su dinastía sino también el cierre definitivo de la era helenística y el comienzo del período imperial romano. Su suicidio, rodeado de mito y leyenda, ha sido interpretado como un acto final de desafío contra la dominación romana y una afirmación de su soberanía hasta el último momento.
Más allá de las narrativas históricas y literarias que a menudo han enfocado su vida a través del prisma de sus relaciones con hombres poderosos, Cleopatra emerge como una líder compleja y multifacética. Su legado incluye no solo su habilidad para ejercer poder en un mundo dominado por hombres sino también sus contribuciones a la economía y cultura egipcias. Bajo su reinado, Alejandría se consolidó como un centro de aprendizaje y cultura, atrayendo a eruditos, artistas y científicos.
En conclusión, Cleopatra permanece como una figura emblemática cuya historia continúa fascinando e inspirando a generaciones. Su vida es testimonio del entrelazamiento entre el poder personal y los grandes movimientos históricos, reflejando tanto las posibilidades como los límites enfrentados por las mujeres en posiciones de autoridad.
A través del tiempo, Cleopatra ha sido venerada y vilipendiada, pero lo que es indiscutible es que su inteligencia, determinación y capacidad para moldear su propio destino la sitúan entre las personalidades más destacadas e influyentes de la antigüedad.