El clima de la Argentina es el resultado de dos hechos fundamentales: su disposición norte-sur y el ascenso del suelo de este a oeste.
Esta ubicación geográfica sitúa al país entre isotermas que varían desde los 23° en Formosa hasta los 5° en el canal de Beagle.
La influencia del mar se siente principalmente en la zona atlántica, donde las temperaturas son más estables y las precipitaciones son mayores, mientras que en el sur, esta influencia es menos notable.
clima de la Argentina
Dos hechos fundamentales determinan el clima argentino: su disposición N-S en más de 33° de latitud y el ascenso general del suelo de E a O, desde los niveles marinos hasta las altas cumbres andinas, con cerca de 7000 m de diferencia. El primer hecho determina la ubicación del país entre las isotermas de 23° (Formosa) y de 5o (canal de Beagle); el segundo hace que las líneas isotermas, que coinciden aproximadamente con los paralelos hasta alcanzar las zonas montañosas de las sierras pampeanas o de los Andes, se incurven luego profundamente hacia el NO e incluso el N, con lo que casi toda la zona andina queda comprendida entre las isotermas de 6 y 12°. La influencia del mar, que sólo se manifiesta en el E, se refleja en una menor oscilación anual de la temperatura y en mayores precipitaciones para toda la zona atlántica; sin embargo, en la zona S, por la dirección general de los vientos dominantes del O, apenas se observan dichas influencias marinas. Entre los factores dinámicos del clima tiene gran trascendencia para el territorio argentino la situación de los centros de altas presiones, que dan lugar a la circulación atmosférica. Uno de ellos, localizado en el Atlántico (hacia los 35° S), en verano da lugar a vientos generales del
E, que descargan paulatinamente su humedad oceánica al avanzar hacia el O y pierden su contenido acuoso al pasar las vertientes orientales de las primeras sierras interiores. Por el contrario, la zona S del país aparece influida por el centro de altas presiones localizado en el Pacífico hacia los 45°, determinante de vientos húmedos que afectan a la sección meridional de los Andes y penetran a veces en Patagonia, aunque al convertirse en vientos descendentes se tornan secos. En casi todo el año, pero sobre todo a finales del invierno, es frecuente la acción temporal de los vientos antárticos que, sin obstáculos que se opongan a su paso, recorren casi todo el país y ocasionan un gran descenso de la temperatura. La zona interior es en verano un centro de bajas presiones que, al desplazarse hacia el E, suele actuar como polo de atracción de los vientos del N o del S, particularmente notables estos últimos, que reciben el. nombre de «pamperos» si proceden del SO y de «sudestadas» si lo hacen del sudeste.
El descenso de la temperatura es bastante regular en la zona oriental, con máximas al N y mínimas al S, pero en las comarcas occidentales las isotermas se disponen en el sentido de los meridianos, pues dependen más de las diferencias de altitud que de las de latitud. En Patagonia y la Pampa meridional se conjugan ambas influencias (latitud y altitud); de ahí que las isotermas lleven dirección SE-NO. La oscilación anual de la temperatura es en general moderada, salvo en Santiago del Estero y regiones colindantes, por efecto del gran calentamiento que sufren en verano (hasta 46 °C de máxima absoluta), y en el centro de Patagonia, por süs inviernos muy fríos (33 °C bajo cero de mínima) y su fuerte caldeamiento estival. Por regla general, la oscilación es mucho mayor en las zonas secas y se debe, más que a los aumentos del estío, a los descensos del invierno.
La zona meridional del país (al S de los 40° de latitud) está sometida a la acción de los vientos constantes del O, mientras la septentrional adolece de un régimen más variable; si en invierno predominan los del NE, que son cálidos y húmedos, otras épocas sufren la inconstancia de los vientos; así las ventosas primaveras contrastan con los otoños, que son épocas de calmas. Existen además los ya citados vientos locales: pampero y sudestada; el primero, frío, seco y fuerte, provoca grandes lluvias; el segundo ocasiona grandes temporales, con abundancia de meteoros acuosos y luminosos. En la zona precordillerana el viento característico es el «zonda», muy cálido y seco por ser descendente, que suele ir seguido de un fuerte descenso de la temperatura en los valles, sobre todo en invierno.
Argentina presenta fuertes contrastes en cuanto a precipitaciones, que oscilan entre casi 4500 mm en las zonas centrales de los Andes y menos de 100 mm en una pequeña región comprendida entre San Juan y Mendoza. Predominan en general las zonas de lluvias escasas: menos de 500 mm. Pero en la distribución de la humedad hay que diferenciar las zonas septentrionales de las meridionales; puede considerarse como límite de ambas los 38° de latitud. En las primeras las lluvias decrecen del E al O, desde las francamente cuantiosas de Misiones hasta las muy escasas de la zona occidental de las llanuras pampeanas. En cuanto asoman las primeras sierras interiores, en especial cuando son muy elevadas, las precipitaciones aumentan en las zonas altas, pero los valles y llanuras situados más al O son muy secos; nuevamente aumentan las lluvias en las vertientes occidentales de los Andes, pero sin alcanzar cifras altas. Las zonas más elevadas de la gran cordillera, sometidas a las influencias del Pacífico, son muy secas, lo mismo que la Puna, lo que explica la gran altitud a que se encuentra el nivel de las nieves perpetuas. También en el reparto de las precipitaciones a lo largo del año existe una diferenciación del E al O: lluvias en todo tiempo al E; lluvias de verano y escasas en el centro, al igual que en la serranía y sus valles.
En la zona meridional las condiciones pluviométricas son opuestas. Las regiones más húmedas corresponden a la cordillera andina, ya que los vientos dominantes proceden del Pacífico (O), pero disminuyen rápidamente en Patagonia por tratarse de vientos descendentes y, por tanto, secos. Sólo al S de Santa> Cruz aumentan las precipitaciones porque los vientos del Pacífico, aprovechando las depresiones andinas, avanzan bastante más al E. Al revés que en las zonas septentrionales, las meridionales presentan un claro. predominio de precipitaciones invernales.
Habida cuenta de todas esas circunstancias climáticas, se pueden distinguir en el territorio argentino los siguientes tipos climáticos: cálido, templado, frío y árido, cada Uno de ellos con distintas variedades de carácter local. Lo mismo que gran parte del S del Brasil, Paraguay y Uruguay, el NE de Argentina (Misiones, Corrientes, N de Entre Ríos y E del Chaco) tiene un clima subtropical, caracterizado por temperaturas altas (media anual superior a 20 °C), escasas oscilaciones térmicas, abundancia de lluvias y ausencia de periodo seco; las precipitaciones superan siempre los 1000 mm y alcanzan en Misiones 1700. Al O se encuentra la zona tropical, que abarca el resto del Chaco y Formosa, parte de Salta y Tucumán, Santiago del Estero y el NO de Santa Fe; aunque presenta casi el mismo promedio térmico anual que la anterior, las oscilaciones anuales y. diurnas son mucho mayores, las precipitaciones más escasas y muy mal repartidas, los inviernos muy secos. Todavía más al O aparece un clima tropical de montaña, muy variado por las diferencias de altitud y caracterizado por medias anuales elevadas pero con fuertes oscilaciones diurnas y un predominio casi total dé lluvias de verano. Al NO, en la Puna, aparece una región de clima árido que se prolonga hacia el S.por los Andes, desde Catamarca a Mendoza; es zona de temperaturas más bajas por su gran altitud, de oscilaciones diurnas muy fuertes, cambios de tiempo muy bruscos y precipitaciones escasas.
Los climas templados abarcan una gran extensión, ya que afectan a casi toda la Pampa y en especial a la provincia de Buenos Aires. En ésta y en el S de Entre Ríos los inviernos son bastante suaves (10 °C de media en julio) y los veranos no muy calurosos (24 °C), pero la elevada humedad los hace difícilmente soportables; las precipitaciones disminuyen desde los 1000 mm al E hasta 500 al O de la región; en este avance al interior se acusa cada vez más el periodo seco del invierno. En su zona más septentrional la región entra en contacto con los climas subtropicales, de los que se diferencia por sus menores temperaturas medias y por el predominio de lluvias estivales. En la zona meridional de la provincia de Buenos Aires la influencia atlántica se manifiesta en una menor oscilación térmica que suaviza el clima estival; de ahí que se haya convertido en la zona predilecta de veraneo. El clima templado sufre una modificación en las sierras cordobesas y en sus valles, así como también en una estrecha faja que se alarga de N a S en forma de arco, desde Santiago del Estero al Atlántico, y en la que el rápido descenso de las precipitaciones anuncia los climas áridos del O de Argentina. En estos climas áridos hay un escalonamiento de N a S: el de montaña en la Puna, el de las sierras y campos pampeanos y el de la estepa, característico de la Pampa meridional. En la zona intermedia, las diferencias de altitud establecen condiciones muy distintas entre las sierras y los valles, pues éstos acusan mayores oscilaciones térmicas y menores precipitaciones. Al S de la zona anterior el clima se hace más continental, con inviernos francamente fríos y veranos muy calurosos, aunque en todo tiempo presenta oscilaciones diurnas bastante acentuadas como consecuencia de la sequedad del ambiente, ya que las precipitaciones no superan los 300 mm y son, al revés que en los otros dos climas áridos, preferentemente invernales.
Los climas fríos afectan al S del territorio argentino y a su sección andina. Al avanzar hacia el S, el descenso en altitud de los Andes queda compensado por el ascenso en latitud; con ello bajan las temperaturas al tiempo que aumentan las precipitaciones, por la influencia de los vientos del Pacífico, hasta alcanzar las cifras más altas de toda la República. En algunos puntos de Santa Cruz el clima es glacial, con temperaturas casi constantes por debajo de 0 °C, formación de glaciares y frecuentes tormentas de nieve. Al descender a la meseta patagónica las precipitaciones disminuyen, pero el clima se hace continental extremado, con inviernos muy fríos, en los que son casi constantes las tormentas de nieve, y veranos sólo templados y efímeros. La frecuencia e intensidad de los vientos, que siguen los valles y cañadones, es quizá la característica esencial del clima patagónico, poco favorable para un amplio desarrollo humano y económico. La zona meridional de Santa Cruz y la Tierra de Fuego tienen un clima constantemente frío, sin auténtico verano (medias máximas de 10 °C), pero con inviernos algo menos fríos que los de Patagonia central, por efecto de la mayor humedad que le llega del O por el gran descenso de las alturas andinas. En las cordilleras fueguinas las precipitaciones se suponen aproximadas a los 5000 mm; en toda la región las nevadas son frecuentes, lo mismo que los temporales, que afectan también profundamente a todas las islas australes.