También conocida como fiebre del Valle de San Joaquín, infección aguda cuyo agente es el Coccidioides immitsi. Ordinariamente la enfermedad se adquiere por inhalación, pero también puede contraerse a través de rasguños o arañazos de la piel. La prueba cutánea con coccidioidina es positiva a los 7-14 días. Los síntomas pueden estar ausentes, pero cuando la reacción es grave, los síntomas primarios se parecen a los de la neumonía o bronquitis aguda. Hay también formas ganglionares con lesiones en los ganglios linfáticos del cuello. Pueden presentarse otros síntomas, como pérdida del apetito, decaimiento, escalofríos, dolor de cabeza, lumbalgias, sudores nocturnos y pleuritis. El proceso puede generalizarse y afectar a huesos, articulaciones, tejido subcutáneo, órganos internos y cerebro. La piel, susceptible de inflamarse, presenta unos nodulos rojizos y sensibles provocados por la exudación de sangre y suero que se acompañan de picor y quemazón.
Se han hallado roedores silvestres infectados en el SO de los Estados Unidos, aunque la mayoría de los casos han aparecido en el S de California. Casos esporádicos han aparecido en las islas Hawai, Europa meridional e Italia. Padece la infección el ganado vacuno, así como las ovejas y perros. La enfermedad afecta a todas las edades y la primera infección es más frecuente en los meses calientes y polvorientos de otoño. La mayoría de los casos curan en 2-3 semanas con nada más que un tratamiento tónico general. La infección crónica entraña a menudo verdaderos problemas terapéuticos. En ausencia de un tratamiento específico se ha recurrido a los yoduros y el cobre coloidal.