El comensalismo es una forma de asociación entre organismos de distintas especies, donde uno, el comensal, se beneficia del otro, el huésped, sin causarle daño.
Esta relación se diferencia de otras como el mutualismo, donde ambos se benefician, y el parasitismo, que implica un perjuicio para el huésped.
El comensalismo puede manifestarse en diversas formas, pero requiere adaptaciones evolutivas que lo hagan estable en el tiempo.
Asociación de organismos de distinta especie que los convierte en «compañeros de mesa». Entre dos animales asociados de esta suerte, uno, el comensal, vive al lado o dentro del otro, el huésped, del que se beneficia de alguna manera. El huésped, por su parte, si no recibe beneficio (en cuyo caso la asociación se convertiría en mutualismo y aun en simbiosis si afectara a las actividades metabólicas), tampoco recibe daño (como sucede en el caso del parasitismo).
En todos estos tipos de asociación existen multitud de graduaciones, al igual que entre el comensalismo y la asociación ambiental casual. Todos los animales y plantas que participan de un ambiente natural se influyen de algún modo recíprocamente; pero no podrá hablarse de comensalismo en tanto no exista alguna adaptación evolutiva en estructura, costumbres o instintos que permita imprimir a la asociación un carácter permanente. Así, no son comensales los percebes que se arriesgan a crecer adheridos a las conchas de los moluscos u otros percebes en lugar de hacerlo a las rocas. Sin embargo, algunas especies de percebes que se adhieren siempre, o casi siempre, a la piel de ciertas variedades de ballenas sí son verdaderos comensales, ya que su comportamiento entraña una adaptación evolutiva.
Muchas formas de comensalismo no requieren adaptaciones de estructura y sí sólo de costumbres. Tal es el caso del Pluvianus aegyptius y el Hoplopterus spinosus, que se introducen en las fauces del cocodrilo para retirar de ellas sanguijuelas y partículas alimenticias; o el de ciertos otros, como el picabueyes Buphaga, que cabalga a lomos de algunas reses para alimentarse de sus ectoparásitos; o el de las garzas indias, que se mezclan con el ganado para cazar garrapatas.
Un ejemplo interesante de verdadero comensalismo es el de la pequeña mosca Metopina, cuya larva se sujeta por sí misma al cuello de la larva dé una hormiga, come parte de los alimentos procurados por ésta, se transforma en crisálida en el mismo capullo construido por su compañera y, finalmente, escapa en forma de mosca adulta. Citaremos. también como ejemplos típicos de comensalismo el de los cuervos, que siguen a los buitres para aprovecharse de los restos de sus festines; el de las hormigas y pulgones y el de los protozoos y bacterias intestinales.
En muchos casos el comensalismo se confunde con otras formas de asociación. Ya en algunos de los ejemplos citados anteriormente es difícil imaginarse la relación del comensal y el huésped sin que éste reciba de ella algún beneficio; tal es el caso del huésped del picabueyes, que sin duda ha de encontrar agradable verse libre de parásitos por su comensal. En realidad, esta asociación reviste la forma de un mutualismo más o menos acusado. Otras veces sucede a la inversa y el huésped resulta perjudicado en la asociación. A este respecto cabe señalar que el comensalismo constituye a menudo un paso evolutivo hacia el parasitismo. Se sabe que muchos gorgojos se convirtieron de comensales en ectoparásitos. Probablemente la mayoría de los protozoos intestinales fueron comensales antes de volverse parásitos o simbiontes. La mayor parte de las amebas alojadas en el intestino humano son todavía meros comensales, aunque una de ellas, la Erdamoeba histolytica, sea un verdadero parásito. En algunos géneros de flagelados intestinales, como el de los Trichomonas, existen todas las graduaciones de asociación, desde la del simple comensalismo, como en el caso del T.fecalis, al parasitismo patógeno, como en el del T. fetos, que provoca el aborto en el ganado. Véase Inquilinismo; Mutualismo; Parasitismo; Simbiosis.