Estos emplean, para obtener presión, la acción dinámica de las corrientes de aire. Suelen estar accionados por turbinas de gas o de vapor y en tal caso se denominan turbocompresores o turbosoplantes. Cierto modelo de compresor dinámico, que emplea simples ventiladores, puede desplazar grandes masas de aire, pero con un aumento de presión muy bajo (hasta unos 70 g/cm2). Los compresores centrífugos funcionan de forma similar a las bombas y soplantes centrífugas (v. Bomba; Ventilador). Utilizan un volante impulsor que gira en el interior de una cámara. El impulsor aspira aire por su centro y lo centrifuga a gran velocidad contra la cámara; el aire pierde velocidad y transforma en presión su energía cinética. Basta un solo impulsor para alcanzar presiones de 400 g/cm2, pero para valores mayores es preciso utilizar máquinas multicompresionales, que emplean varios impulsores dispuestos en serie.
Los compresores de flujo axial consisten en una cámara provista de un eje giratorio sobre el que va montada una serie de hileras de pequeños álabes. El aire, aspirado por el extremo abierto de la cámara, es comprimido en etapas por cada hilera de álabes a medida que avanza por el interior de la carcasa hacia el extremo de descarga. El tamaño de la cámara y la longitud de las paletas, al disminuir hacia el extremo de salida, permiten la compresión del aire.
Los compresores dinámicos pueden trabajar con grandes masas de aire, pues no ven limitada su capacidad por las dimensiones físicas de la cámara de compresión, como ocurre en las máquinas volumétricas. Tienen un gran campo de aplicación en ciertas finalidades: suministro de aire para la combustión a los hornos metalúrgicos y tuberías de gas, envío de gas combustible a través de la red de distribución, compresión del refrigerante en los grandes sistemas de refrigeración. Véase Turbina de gas.