El comunismo marxista es una corriente política y económica que se fundamenta en las ideas de Karl Marx y Friedrich Engels, plasmadas en el Manifiesto Comunista y Das Kapital.
Su interpretación por líderes como Lenin y Stalin llevó a la implementación de regímenes en la URSS, China y otros países, marcando un hito en la historia del siglo XX.
Este enfoque busca la revolución proletaria contra el capitalismo, apoyándose en la dialéctica hegeliana con un giro materialista.
Los éxitos políticos del Comunismo marxista en la URSS, China y sus satélites y, con ciertas variantes en la Yugoslavia para mediados del siglo XX, han hecho de este la más acusada de todas las formas de comunismo. La teoría marxista, interpretada por Lenin y Stalin (v. Stalin, Josef), tiene por fundamento el Manifiesto comunista de Marx y Friedrich Engels y el Das Kapital (1867-94) de Marx. La práctica y técnicas de la revolución proletaria (v. Proletariado) contra propietarios y empresarios encuentran su antecedente en la conspiración de François Babeuf (v. Babeuf, François Noël) contra el Directorio francés de los años 1790 y en las actividades de Louis Blanqui (v. Blanqui, Louis Auguste) durante las revoluciones francesas de 1830 y 1840 y la Comuna de Paris de 1871.
Como base intelectual, el Comunismo marxista echó mano de la dialéctica de Hegel (v. Hegel, Georg Wilhelm Friedrich), aunque dando un sentido materialista al idealismo hegeliano. La doctrina del determinismo económico expuesta por Marx y Engels sostiene que los factores económicos constituyen, en el hombre y la sociedad, la fuerza básica inductiva de las acciones. Describen la Historia como un proceso de lucha de clases que se inició al extinguirse la fase comunista primitiva. A partir de ese momento la historia ha seguido la senda inalterable de la esclavitud, el Feudalismo y el Capitalismo con su secuela inherente de la lucha entre los favorecidos de la fortuna y los desheredados. En la sociedad capitalista, que está «cavando su propia tumba», mientras el rico acumula cada vez más riquezas y con ello se torna cada vez más insaciable y opresivo, el pobre ve aumentar su pobreza y desesperación hasta que, desaparecida enteramente la clase media, dé el proletariado con la fórmula que le permita barrer de la faz de la tierra el capitalismo, la propiedad y la pobreza. La subsiguiente «dictadura del proletariado», concepto elaborado por Blanqui, tiene la misión histórica de amputar todas las ramificaciones de la vieja sociedad. Cuando ello ocurra, se extinguirá el estado y adquirirá pleno vigor el principio «de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades». En esta sociedad prometida de paz y plenitud, el Gobierno será sustituido por la administración, que se describe como una organización voluntaria carente de elementos de fuerza.
El leninismo, versión del Comunismo marxista propuesta por Lenin, viene a hallar la fórmula conciliadora entre la teoría y la práctica. El Partido Comunista, considerado por Lenin como la «vanguardia del proletariado», tiene la misión de despertar en las masas la conciencia latente de clase y de servir como fuerza centralizadora de la sociedad. Dado que el proletariado es la única clase aceptada en la sociedad socialista, sólo un partido —el Comunista— se considera necesario en la URSS. Véase Comunista, Partido.
El stalinismo sometió el marxismo-leninismo a ulteriores ajustes teóricos y prácticos. El artículo 12 de la Constitución Soviética de 1936, redactada bajo la vigilante influencia de Stalin, proclama que el principio operante en la URSS es «el del Socialismo», a saber: «De cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo». Pero el estado socialista se concibe teóricamente como una etapa provisional en el tránsito del Capitalismo a las metas finales del Comunismo.
Existen clases en el Socialismo al igual que en el Capitalismo, pero las clases de la sociedad socialista «no son mutuamente hostiles». Tampoco era igual la retribución en la URSS para los diferentes tipos de trabajo, pues el intelectual gozaba de mayor categoría que el manual y las ciudades tenían prioridad sobre los pueblos, pero insistieron los jefes soviéticos en que no existe antagonismo entre la gente de la ciudad y la del agro o entre los intelectuales y los trabajadores. Esta retribución desigual, se pretende que no ha originado envidia o fricción en la sociedad soviética. Tales aparentes diferencias desaparecerían automáticamente con el advenimiento del Comunismo.
Aun haciendo profesión pública de internacionalismo, Stalin llamó a la URSS «patria del Socialismo», epíteto que recuerda el nacionalismo imperialista (v. Imperialismo; Nacionalismo) de la época zarista. La Unión Soviética aparecía como el modelo a imitar por todas las naciones «progresistas» y el mismo Stalin como el jefe infalible de todos los pueblos «democráticos».
En los promedios del siglo xx la tradición chauvinista de la superioridad de la Unión Soviética sobre el decadente mundo occidental y la fe comunista en la superioridad y el triunfo definitivo del Comunismo sobre una democracia capitalista en vías de desintegración fueron sistematizadas enteramente en la URSS y elevadas a la categoría de inimpugnable dogma cuasi-religioso. Sin destruir el fundamento del edificio marxista-leninista, Stalin inoculó tales nuevos conceptos y significaciones que surge la interrogante de si el Comunismo soviético no es más un nacionalismo ruso autoritario que un Comunismo idealista.
Entre las dos guerras mundiales el Comunismo no avanzó gran cosa fuera de la URSS. Las intentonas de alzarse con el poder hacia 1920 en Alemania y China abortaron en sus mismos comienzos.
A raíz de la II Guerra Mundial el Comunismo fue implantado como ideología política oficial en Polonia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumania, Bulgaria, Albania y en la República Democrática Popular alemana (Alemania Oriental). Pero estas Repúblicas no debieron su establecimiento a la autodeterminación inspirada de sus pueblos, sino a la ocupación soviética de su suelo. En 1948 Yugoslavia, alegando que sus especiales condiciones reclamaban una aplicación especial del Comunismo, se opuso a la dictadura ideológica de la URSS.
La subsiguiente expulsión de la Kominform que pesó sobre Yugoslavia reveló no sólo una creciente lucha por el poder dentro de la grey comunista, sino también un resurgir del nacionalismo entre los «intemacionalistas» comunistas. En China, donde el Partido Comunista arrebató el poder en 1949, el Comunismo adquirió un nuevo significado.
El proletariado, agrupación clasística de los obreros fabriles según la interpretación marxista tradicional, se definió en China como comprensivo de las grandes masas de campesinos pobres. Los comunistas chinos ejercieron considerable influencia en Corea del Norte y Vietnam del Norte.
Valoración.
Pretende el Comunismo marxista ser la única ciencia de la Historia y la única ciencia sociológica, afirmación que se ha encargado de desmentir la misma historia. El Capitalismo no sólo ha resurgido fundamentalmente indemne de sus depresiones periódicas, sino que ha provocado un incremento de producción en ciertas partes del mundo. El marxismo predice la extinción del estado proletario, pero difiere la realización del fenómeno a un futuro lejano. Irónicamente, mientras el marxismo pretende luchar por la igualdad y libertad absolutas, asusta a los humanitaristas (v. Humanitarismo) con los medios inflexibles y autócratas que emplea.
La glorificación del Estado a expensas del individuo y de sus derechos pone en entredicho cualquier función humanitaria del marxismo. Por el contrario, gran parte del poder logrado por el Comunismo se debe a la predicción y promesa «científicas» de una justicia social permanente y una paz perpetua que se producirían al liquidarse todos sus enemigos reales o potenciales.