Los Concilios de Constantinopla son cuatro importantes reuniones ecuménicas que se llevaron a cabo en la capital del Imperio Bizantino, un centro clave de la historia religiosa.
El primero, en 381, convocado por el emperador Teodosio I, reafirmó dogmas fundamentales y condenó el arrianismo.
El segundo, en 553, bajo Justiniano, abordó cuestiones doctrinales y excomulgó al papa Vigilio.
Estos concilios fueron cruciales para definir la fe cristiana y la estructura de la Iglesia Ortodoxa Oriental.
Concilios de Constantinopla (historia religiosa)
Concilios Ecuménicos que en número de cuatro se celebraron en Constantinopla, capital del Imperio Bizantino y sede de la Iglesia Ortodoxa Oriental.
El primer Concilio de Constantinopla (Segundo Concilio Ecuménico) se celebró el 381 a instancias del emperador Teodosio I. Aunque no asistiera a él ningún representante de la Iglesia Occidental, los papas romanos aceptaron posteriormente el Concilio como Ecuménico. Restableció a San Gregorio Nacianceno como patriarca de Constantinopla y posteriormente nombró su sucesor; confirmó los dogmas del Concilio Niceno (325) y se manifestó en contra de todas las doctrinas opuestas; condenó el arrianismo y otras corrientes heréticas. Véase Arrianismo; Concilios de Nicea.
El segundo Concilio (quinto de los ecuménicos) se reunió en 553 a instancias del emperador Justiniano, bajo cuya autoridad condenó ciertos escritos (los «Tres Capítulos»), excomulgó al papa Vigilio y promulgó la fe ortodoxa. La Iglesia Romana, que al principio rechazó sus decisiones, terminó por aceptar también este Concilio como Ecuménico.
El tercero (sexto de los ecuménicos) fue convocado en 680 por el emperador Constantino IV. Confirmó la doctrina de las voluntades Divina y Humana de Cristo y condenó como herético el monotelismo, según el cual las naturalezas Divina y Humana se unían en una voluntad común. Véase Monotelismo.
El cuarto (octavo de los ecuménicos) se reunió (869-70) a petición del emperador Basilio I. Focio, patriarca de Constantinopla, fue condenado en él como usurpador e Ignacio, antiguo patriarca, fue restablecido en su puesto. Este Concilio, que nunca fue reconocido como Ecuménico por la Iglesia Ortodoxa Oriental, agudizó la división, entre Oriente y Occidente. Véase Focio; Ignacio de Constantinopla, San.