Los Concilios de Nicea son eventos clave en la historia religiosa del cristianismo, marcando el primer y séptimo concilio ecuménico de las iglesias Católica Romana y Oriental Ortodoxa.
El primero, convocado en el 325 por Constantino el Grande, buscó resolver disputas doctrinales tras un periodo de persecuciones.
En este concilio, se debatió la naturaleza del Hijo en la Trinidad, resultando en la condena del arrianismo y estableciendo la consustancialidad del Hijo con el Padre.
Definición de Concilios de Nicea (historia religiosa)
Concilios ecuménicos primero y séptimo de las iglesias Católica Romana y Oriental Ortodoxa, celebrados en Nicea (Asia Menor).
El primer Concilio de Nicea fue convocado en el 325 por Constantino el Grande para aclarar las disputas doctrinales de la Iglesia cristiana, que acababa de superar el periodo de persecuciones. Las doctrinas en pugna estaban representadas por Arrio y Atanasio, que desempeñaron importante papel en el Concilio. El Emperador, que asistió a las reuniones, ejerció fuerte influencia en sus decisiones. El Concilio condenó al punto a Arrio, que mantenía que, en la Trinidad, el Hijo es de diferente naturaleza que el Padre. Tras largas discusiones se llegó a un acuerdo declarando que el Hijo es consustancial con el Padre. Arrio fue desterrado y el Arrianismo declarado herético. El Concilio invistió de autoridad patriarcal al obispo de Alejandría y trató de fijar la fecha pascual (v. Arrio; Atanasio, San). Importante por haber adoptado una posición positiva en lugar de defensiva, en apoyo de la Iglesia, el Concilio sirvió de modelo a los subsiguientes.
El segundo, celebrado en el 787, a instancias de la emperatriz Irene, ordenó la restauración de las imágenes en las iglesias, con la salvedad de que debían ser veneradas, no adoradas. Aunque sólo estuvieron presentes algunos delegados occidentales, los papas reconocieron el Concilio. Véase Iconoclasta.