John Calvin Coolidge (1872-1933) fue el trigésimo presidente de los Estados Unidos, originario de Plymouth, Vermont.
Creció en una comunidad puritana que le inculcó valores como la economía, el espíritu de empresa y la honradez.
Su carrera política comenzó en Massachusetts, donde se destacó como edil, alcalde, senador y gobernador.
Con un enfoque conservador y una notable seriedad, ganó el respeto de muchos, incluso de sus opositores, destacándose por su firmeza en momentos críticos, como la huelga de la policía de Boston en 1919.
Biografía de Coolidge, John Calvin
(1872-1933). Trigésimo presidente de los Estados Unidos, nacido en Plymouth (Vermont), en el seno de una comunidad puritana cuyos principios de economía, espíritu de empresa, exactitud y piedad asimiló desde su misma infancia. Sus ambiciones políticas habían cobrado ya cuerpo cuando inició sus estudios de derecho en Northampton (Massachusetts).
Sus lentos pero seguros progresos en el foro corrieron parejas con su avanzar en la carrera política; desde edil y alcalde de Northampton a senador y gobernador de Massachusetts. Republicano a ultranza, inmutablemente conservador y tenazmente circunspecto, rehuyó toda publicidad, trabajó infatigablemente e impresionó al público con su honradez y seriedad que incluso ganó partidarios entre los mismos demócratas. En 1919, siendo gobernador de Massachusetts, hizo abortar con ayuda de varios regimientos una huelga violenta de la policía de Boston, lo que le valió las felitaciones del presidente Wilson y atrajo la atención del país sobre su persona.
Elegido, vicepresidente (1921), aprovechó en su favor el contraste entre su sencillez y cautela con el ruidoso atolondramiento del presidente Harding. Fallecido éste (1923), asumió la presidencia en tales circunstancias de prosperidad nacional que no le fue difícil afirmarse en el cargo en las primeras elecciones (1924).
La historia de su presidencia, que giró bajo el signo de la inercia, resulta por demás anodina e incolora. A pesar de su origen rural, vetó dos veces el proyecto de ley MacNary-Haugen a favor de una intervención federal para salvar la agricultura, afirmando que no era misión del Gobierno fijar precios a los productos del agro ni comprar sus excedentes. En política exterior adoptó semejante actitud negativa. Siguiendo la corriente aislacionista, mantuvo una fría indiferencia con respecto a la Sociedad de Naciones y se opuso firmemente a la cancelación de las deudas de guerra. En su haber cabe señalar su apoyo al pacto Kellogg-Briand y el restablecimiento de las buenas relaciones con México.
Tras renunciar en 1928 a una reelección que fácilmente pudo haber conseguido, se retiró a Northampton y escribió una insípida Autobiography of Calvin Coolidge (1929). Aunque el pánico de 1930 y la depresión subsiguiente se debieron en parte a sus errores administrativos —que él terminó reconociendo—, conservó la estima del pueblo por Su inquebrantable honradez, su autoconfianza y su sagacidad yanki, como prototipo de una era que poseyó innegables —aunque limitadas— virtudes.