Coro, ciudad capital del estado de Falcón en Venezuela, se encuentra en un llano estéril, rodeada de cardones y cujíes.
Esta ciudad está situada en el punto donde comienza el istmo que conecta la Península de Paraguaná con el continente, aislada del mar por médanos arenosos.
Su clima es cálido, con una media anual de 28 °C, y la escasez de agua ha llevado a la construcción de un acueducto que provee agua potable del río Coro.
Coro, ciudad de Falcón (ciudad)
Cap. del estado de Falcón, en la República de Venezuela, situada en el punto donde arranca el istmo que une la Península de Paraguaná al continente. La ciudad está emplazada en un llano estéril, cubierto de cardones y cujíes, aislada del mar por unos médanos arenosos que se prolongan hacia el N y forman el istmo que une la Península de Paraguaná.
El clima es cálido (28 °C media anual) pero sano; la falta de agua ha obligado a construir un acueducto que surte a la ciudad de agua potable tomada del río Coro.
El distrito que rodea la ciudad es más pecuario que agrícola, pero de todos modos es notable la producción de maíz y yuca y el comercio que la ciudad realiza con café, cacao, tabaco, tártago, maderas de construcción y tinte, cueros de chivos principalmente. La actividad industrial es considerable; destacan sus fábricas de aguardientes, curtidos, jabones, aceites, cigarrillos y tabaco de mascar, hamacas y sacos. Para facilitar ese comercio, dadas las malas condiciones de su ensenada inhospitalaria, se construyó un ferrocarril de 14 km al puerto de La Vela, por el que la ciudad realiza sus transaciones mercantiles.
Capital de Venezuela hasta 1576 y segunda ciudad del continente, después de Cumaná, la ciudad de Coro guarda notables edificios de la época colonial, que reflejan su importancia histórica, y ofrece también un aspecto moderno gracias al impulso económico que los descubrimientos petrolíferos de su costa occidental han dado a su urbanización. Las antiguas y angostas calles, que se convertían a veces en ríos con las lluvias, han sido pavimentadas y han surgido hermosas plazas y alamedas, en una de las cuales se levanta la estatua a Juan Crisostomo Falcón, que mandó construir el importante acueducto que surte de agua a la ciudad.
Entre sus edificios destaca la Catedral, o iglesia matriz, la más antigua de Venezuela, que aparte de su belleza arquitectónica guarda recuerdos históricos: restos del obispo Miguel Jerónimo Ballesteros, muerto en 1558; visita en 1827 de Simón Bolívar; bautizo del mariscal Falcón, que también recibió en ella a la Comisión de la Asamblea Nacional que firmó la Constitución de 1864. La capilla de San Francisco, del antiguo convento de Nuestra Señora de Salceda, es tan antigua como la ciudad y, aunque destruida durante la guerra federal, fue reedificada por Falcón en 1867. El mismo Falcón hizo levantar un templete en la plaza de San Clemente, bajo el cual se conserva la cruz erigida en 1527 por Juan de Ampúes, de madera de árbol vera, bajo cuya sombra se celebró la primera Misa en suelo venezolano. Notables son también el templo de San Gabriel, con torre lateral sólida y elegante, la Casa de Gobierno, el palacio episcopal, el mercado y el convento de franciscanos.
A su importancia económica y política, como capital del estado, se une su interés en otros órdenes, como el religioso, ya que es el primer obispado, erigido en 1531, de todo el país; en el orden cultural publica varios periódicos y tiene centros de enseñanza. En todo el aspecto de la ciudad se observa la influencia hispana, tanto en los edificios públicos como privados. Si los alrededores de la ciudad no presentan grandes atractivos, a unos kilómetros al S se encuentra la Sierra de San Luis, que atrae por su clima templado y su suelo fértil.
Las costas próximas a Coro fueron visitadas en 1499 por Cristóbal Guerra, que las halló pobladas de indios caiquetíes, con los que Ampúes ajustó un tratado que le permitió fundar la ciudad el 23 de noviembre de 1527.
Pese a la aridez del lugar la ciudad prosperó porque el emplazamiento resultó ventajoso al ofrecer un puerto natural de fácil comunicación con las islas antillanas y excelente punto de partida para expediciones de reconocimiento y conquista hacia el lago de Maracaibo, la Sierra de Perijá, el valle de Upar e incluso hasta Colombia en busca del fabuloso Eldorado (expedición de Federman). Abandono oficial y ataques de piratas iniciaron su decadencia, que se acusó aún más con motivo de las guerras del siglo pasado, pero la actividad económica ha hecho triplicar su población en los últimos veinte años.