La corona real es un símbolo de poder y autoridad que representa la soberanía de un rey o reina.
Este adorno, generalmente elaborado con metales preciosos y piedras preciosas, se utiliza en ceremonias oficiales y actos de investidura.
La corona no solo es un objeto decorativo, sino que también encarna la historia y la tradición de la monarquía, siendo un emblema del estado y su legitimidad.
Se sugiere leer también la definición de: corona2º artículo
Aro de metal, generalmente precioso y ricamente guarnecido, que, como adorno, insignia honorífica o símbolo de dignidad —principalmente de realeza— se ciñe sobre las sienes. También círculo de ramas o flores naturales que se coloca en la cabeza. Parece que virtualmente todos los pueblos, primitivos o civilizados, utilizaron coronas de una u otra clase.
En los antiguos pueblos mediterráneos se usaron coronas naturales para adorno, y distinción de héroes militares y civiles, campeones atléticos y partícipes de festivales públicos. Con gran frecuencia servía también la corona de adorno a las novias. Todos estos usos se prolongaron a través de la Edad Media hasta los tiempos modernos. En 1341, por ejemplo, el poeta Petrarca recibió una corona de laurel en Roma y todavía hoy se habla de poetas laureados.
La corona, como adorno de reyes y emperadores, se conoció ya en las civilizaciones primitivas. Los faraones egipcios se tocaban con ricos y llamativos aderezos, al igual que los reyes asirios y persas. De éstos tomó su corona Alejandro Magno. Los emperadores romanos usaron también ocasionalmente coronas, pero hasta los últimos días del Imperio no adquirieron éstas la significación simbólica que después se les ha atribuido.
Las coronas medievales y modernas se dividen en «abiertas» y «cerradas». Las primeras se componen de una banda circular de oro, cuyo borde superior, generalmente aparece rematado por adornos puntiagudos.
Este tipo de corona desciende de la diadema copiada por los emperadores romanos de los reyes orientales, diadema que originariamente adoptó la forma de una banda de seda o lino adornada a veces con piedras preciosas. La corona cerrada consta también de una banda de oro en la que se apoyan dos arcos: uno proyectado desde la parte frontal de la banda a la posterior y otro desde un costado al otro. Esta corona deriva al parecer del yelmo especial usado por el emperador Constantino (306-37) como símbolo de dignidad.
La clase, traza y suntuosidad de las coronas guarda relación, con la dignidad de sus poseedores: cerrada y más ricas las de los emperadores y reyes; abierta y sucesivamente más sencillas las de príncipes, duques, marqueses, condes, vizcondes y barones. Todas ellas encuentran amplio uso en Heráldica.
Han llegado hasta nosotros coronas de gran antigüedad. Son famosas, por ejemplo, las de los reyes visigodos Suintila (622-31) y Recesvinto (m. en 672), halladas en 1858 en Guarrazar (Toledo), que actualmente se conservan en la Real Armería de Madrid y el Museo de Clüny (Francia) respectivamente. Ambas son de factura sencilla: una gran banda de oro repujado con cabujones para la pedrería. La de Recesvinto fue ofrecida por el monarca a alguna iglesia de Toledo, que con la adición de cadenas colgantes la transformó en lámpara. La de hierro de los lombardos, abierta como las anteriores, se compone de seis placas de oro unidas por un cerco de hierro supuestamente fabricado con un clavo de la Vera Cruz. Al parecer data del siglo vi. Del Sacro Romano Imperio medieval ha sobrevivido una corona cerrada —la de Carlomagno—, que los eruditos hacen remontar no al tiempo de este monarca sino al siglo xi. También cerrada es la húngara de San Esteban, cuyo aro data de hacia 1770, en tanto que los arcos, según la tradición, se tomaron de una corona ofrecida hacia el año 1000 por el papa Silvestre II a San Esteban.
Otras famosas coronas son la tiara papal y la corona inglesa de San Eduardo. La primera adopta la forma de un elevado casco, probablemente de origen persa, circundado por tres coronas y cimado por un globo de oro con remate de cruz. La primera de las coronas apareció en la tiara en el siglo xii; la segunda fue añadida por el papa Bonifacio VIII (1294-1303) y la tercera data del siglo xiv. Símbolo de poder temporal, la tiara carece de significación espiritual. La corona de San Eduardo es la oficial de Inglaterra. Construida en 1661 para la coronación de Carlos II, constituye una réplica de la corona de San Eduardo destruida por Cromwell y los puritanos.