Correggio es el nombre artístico de Antonio Allegri, un destacado pintor italiano nacido en 1494 en la localidad que le da su nombre.
Considerado precursor del estilo barroco, su obra refleja una profunda influencia de maestros como Andrea Mantegna y Lorenzo Lotto.
A pesar de su origen humilde, recibió una sólida educación artística, comenzando su carrera con obras como La Madona de San Francisco.
Su legado perdura en la cúpula de la iglesia de Parma, donde dejó una huella imborrable.
Biografía de Correggio
(Antonio Allegri, 1494-1534). Pintor italiano, considerado el precursor del estilo barroco, nacido en Correggio. El cronista Giorgio Vasari le describe como muy pobre desde su nacimiento, versión que queda desmentida por la excelente educación recibida por el artista. Un tío suyo, Lorenzo Allegri, pintor de la localidad, fue al parecer el primer profesor de arte que tuvo. El crítico Bernard Berenson sostiene que fue discípulo de Lorenzo Costa y que recibió la influencia de Andrea Mantegna, Lorenzo Lotto y Dosso Dossi. A los 20 años firmó un contrato para pintar un retablo a los franciscanos de su pueblo; esta obra, La Madona de San Francisco, de calidad desigual, es la primera que cabe atribuirle con certeza. En 1519 casó con una muchacha de 15 años, hija del escudero del Duque de Mantua, muchacha que le sirvió de modelo para muchas de sus vírgenes, especialmente la Madona pingara, que se conserva en Nápoles.
En 1520 se estableció en Parma, donde pintó la cúpula y tribuna de la iglesia de San Juan y, más tarde, los frescos de la catedral. En 1522 recibió el encargo de pintar La Virgen adorando al Niño (en la actualidad en los Uffizi, Florencia) y sus dos obras maestras, La Noche (en Dresde) y El Día (en Parma). En los frescos de Parma recibió la ayuda de varios artistas destacados, como el joven Parmigianino; sin embargo, la obra no satisfizo de ninguna manera a las autoridades, que amenazaron con hacer blanquear la pared, ya que, a su juicio, parecía ésta «una bandeja de ranas vivas». Afortunadamente para los pintores, el todopoderoso Tiziano visitó la ciudad y, con su aprobación positiva e indiscutible de los frescos, logró salvarlos, con lo que Correggio pudo cobrar pronto los atrasos que se le adeudaban por su trabajo. Vencida esta dificultad, perdió a su joven esposa en 1528. En 1530 regresó a su ciudad natal para llevar una vida retirada en una casa que allí poseía.
En 1530-32 pintó La Madona de San Jorge para la iglesia de San Pedro Mártir de Módena. En los años subsiguientes a su regreso a Correggio realizó las famosas obras Dánae (Galería Borghese, Roma), lo y Júpiter (Viena) y Leda y el cisne (Berlín), todas ellas con escenas eróticas de la mitología. En 1534 recibió el encargo de pintar un retablo para la iglesia de San Agustín que no llegó a terminar por sorprenderle la muerte, a comienzos del mismo año, cuando contaba 40 de edad.
Aun careciendo su obra de la inteligencia que distinguió el arte de sus contemporáneos renacentistas, fue maestro como dibujante y colorista. Descuellan en sus obras las caras amorosas de sus mujeres, suaves y sensuales. Su obra destilaba amor, delicia, apacibilidad y contento de vivir. Sus paisajes eran opulentos, sus figuras ricas. Fue quizá el gran pintor de la belleza femenina. Además, algunos de sus cuadros pueden figurar como modelos de claroscuro. Sus dibujos mostraban una poderosa y psicológica habilidad y eran más incisivos y fuertes que sus cuadros. El matrimonio místico de Santa Catalina (en el Louvre, París, donde además se encuentran muchos de sus dibujos) demuestra todas sus virtudes. Su Noli me tangere (el Prado, Madrid), uno de sus cuadros más tiernos, posee una fluidez dinámica que señala el camino hacia el barroco.
