Gustave Courbet (1819-1877) fue un destacado pintor francés, conocido como el apóstol del realismo.
Nacido en Ornans, su formación fue autodidacta, lo que le permitió desarrollar un estilo único y personal.
Sus obras, a menudo extraordinariamente realistas, rompieron con las convenciones de su tiempo, alejándose de los paisajes idealizados y las escenas históricas.
A pesar de la crítica negativa, su arte influyó en muchos jóvenes artistas y fue reconocido en la Exposición Mundial de 1855.
Biografía de Courbet, Gustave
(1819-77). Pintor francés, llamado el apóstol del realismo, nacido en Ornans. Recibió escaso adiestramiento formal porque prefería estudiar por sí mismo a fin de pintar «con individualidad inteligente e independiente», según afirmaba. Sus cuadros, a veces extraordinariamente realistas, suponen una separación extrema de los «bellos» paisajes y las amaneradas escenas históricas de su época. Afirmaba que «todos los museos debieran permanecer cerrados durante veinte años hasta que los modernos empezaran por fin a ver con sus propios ojos».
Su obra alcanzó rápida difusión en los círculos artísticos y mereció la decidida admiración de los pintores jóvenes, declarados en rebeldía con la sociedad; sin embargo, no obtuvo el favor de la crítica, que le llamó aldeano y carnicero, títulos, por otra parte, que exhibía el pintor con orgullo. Pero su obra provocó demasiados comentarios para que pudiera ser ignorada y fue invitado a presentar sus trabajos en la Exposición Mundial de 1855, en París. Al destinársele un lugar desfavorable para sus lienzos, los retiró y abrió su propia exposición en una barraca de madera colocada a la entrada de la exposición. Un rótulo en ella anunciaba: «Realismo-G. Courbet». El pequeño pabellón alcanzó gran éxito y, aunque el salón francés le excluyera durante algún tiempo en castigo a su proceder, le concedió una medalla por La Batalla de los Ciervos, en 1861.
Tan radical en política como en pintura, proclamó paladinamente: «No solamente soy socialista, sino también demócrata y republicano, es decir, partidario de cualquier revolución.» Llevó sus palabras a la práctica apoyando activamente la Comuna de París, en 1870, después de rechazar la Orden de la Legión de Honor que le fue ofrecida por el Emperador. El Gobierno provisional le nombró director de Bellas Artes, y desde este cargo hubo de salvaguardar los tesoros artísticos de Francia de la violencia del populacho durante el sitio de París. En consecuencia, al caer la Comuna, fue considerado por el nuevo Gobierno personalmente responsable de la destrucción de la columna Vendóme, monumento histórico, por lo que fue sentenciado a seis meses de prisión y a una multa de 334000 francos.
Sus cuadros posteriores fueron rechazados por el Salón, so pretexto de que era indigno de figurar en exposiciones. Así Courbet, le grand maítre (el gran maestro), quedó convertido en Courbet, le colonnard (el demoledor de columnas). Con razón afirmó: «Me han matado; ya no haré nada bueno.» Murió en el destierro, incapaz de hacer frente a ulteriores reclamaciones del Gobierno. Su lema: «el principio del realismo es la negación del ideal», aparece perfectamente encamado en cuadros como los titulados Funeral en Ornans (1850) y El regreso de la Conferencia (1860).
