El término Coureur de Bois se refiere a los cazadores furtivos de pieles en Nueva Francia, cuyo nombre significa literalmente "corredor de los bosques".
Estos audaces colonos se aventuraron en regiones inexploradas, impulsados por el lucrativo comercio de pieles.
A pesar de los intentos del gobierno colonial por regular esta actividad, muchos ignoraron las restricciones, estableciendo relaciones con los indios y dejando una huella significativa en la historia de la región.
En Nueva Francia, cazador furtivo de pieles; literalmente, corredor de los bosques. El comercio en pieles, una de las principales actividades de Nueva Francia, atrajo a numerosos colonos audaces y aventureros. El gobierno colonial intentó reservar el comercio a personas que tuvieran concedidas licencias con el fin de conservar y fortalecer las colonias, mantener buenas relaciones con los indios e impedir el paso de pieles a las colonias inglesas. El esfuerzo fue un fracaso, pues el Gobierno era incapaz de impedir la caza, puesta de cepos y comercio con los indios a aquéllos que se adentraban en regiones casi inexploradas. Los tramperos furtivos exploraron la región de los Grandes Lagos y el interior del continente; con frecuencia vivían y emparentaban con los indios. Se calcula que casi una tercera parte de los hombres capaces de Nueva Francia se adentraron en los bosques. Famosos tramperos furtivos fueron Pierre Radisson, Médard Groseilliers y Daniel Du Lhut o Du Luth.