La cronología científica es fundamental en disciplinas como la arqueología y la geología, ya que permite fechar acontecimientos del pasado.
Estas ciencias analizan vestigios que revelan la evolución del ser humano y la formación de la superficie terrestre.
Organizar estos hallazgos en un orden cronológico y determinar el tiempo transcurrido entre eventos es esencial para entender procesos como la transición de cazadores nómadas a campesinos sedentarios.
El problema de fechar los acontecimientos que han ocurrido en el pasado reviste, en arqueología y geología, gran importancia. Ambas ciencias estudian hechos prehistóricos: la arqueología trata de los sucesos que convirtieron al ser primitivo en hombre civilizado y la geología de los que conformaron la superficie terrestre. Las dos ciencias utilizan como fuente de información los vestigios preservados en la tierra. Es de importancia fundamental disponer tales vestigios en el debido orden cronológico y asignarles su propio periodo. No menos importante es conocer el tiempo que hubo de transcurrir para que se produjera un cambio determinado: por ejemplo, cuánto tardó en formarse una cordillera o qué años necesitó el cazador nómada para descubrir la agricultura y transformarse en campesino sedentario.
Como el calendario es un invento relativamente reciente, las ciencias deben recurrir a ciertos «cronometradores» naturales, por ejemplo, las diversas mutaciones que se producen de forma constante y conocida. Midiendo la amplitud en que se ha producido tal cambio, puede establecerse el tiempo que hubo de transcurrir para ello. Diversos son los procedimientos conocidos y utilizados para realizar cómputos cronológicos. Los más sencillos, y en ocasiones los más exactos, son los de ciclo anual, cuya variación deja cada año una marca determinada.
Anillos de los árboles.
La labor realizada por A. E. Douglass (v. Douglass, Andrew Ellicott) y otros científicos permitió atribuir a los anillos de crecimiento una significación cronológica y, empleando la técnica de establecer cómputos de tiempo según la variación de grosor que experimentan los anillos año tras año, fijar la edad de trozos de madera hasta una antigüedad de 1900 años. Comparando tales cómputos es posible establecer patrones y construir un calendario que cubra un periodo mucho más largo que el ciclo vital de un solo árbol. Así, contrastando los anillos con el patrón establecido, puede determinarse la fecha exacta en que se cortó un árbol utilizado en la construcción de un pueblo antiguo o descubierto entre las cenizas de una hoguera india. Este método ve limitada su utilidad a ciertas regiones geográficas cuyas variaciones climáticas son tales que producen considerables diferencias de espesor en los anillos. En la mayoría de las zonas climáticas, sin embargo, la uniformidad de los anillos impide establecer una secuencia de patrones recognoscibles.
Varves glaciales.
Otro procedimiento, similar hasta cierto punto, estudia los varves, capas de arcilla formadas en el fondo de los lagos que reciben agua procedente de glaciares en fusión. En su sección transversal presentan un notable parecido con los anillos de los árboles y, al igual que éstos, se forman anualmente. Durante el verano, cuando es abundante la cantidad de hielo fundida en los glaciares, los ríos que desembocan en el lago bajan cargados de sedimentos. Las partículas sedimentarias más gruesas se depositan rápidamente sobre el fondo del lago, mientras que las más finas permanecen en suspensión. En invierno el lago helado no recibe ningún nuevo sedimento. Durante este periodo las partículas pequeñas se sedimentan formando una capa distinta, finamente granulada, sobre el depósito más grueso del verano. El número de capas o varves en un espesor determinado de sedimento equivale por tanto al número de años que fueron necesarios para que se formara tal espesor.
El procedimiento cronológico de varves glaciales, desarrollado por el geólogo sueco G. J. Geer, ha sido muy utilizado en Escandinavia para determinar el tiempo transcurrido desde la retirada de los últimos glaciares. Parece ser que han podido obtenerse datos exactos sobre un periodo que se inicia hace 10000 años, pero el método es extraordinariamente difícil de utilizar y algunos de sus resultados son muy discutibles. Los geólogos suelen aplicar el procedimiento a acontecimientos relativamente recientes, es decir, posteriores a la última glaciación. Gomo los varves se forman en el fondo de los lagos glaciales, carecen generalmente de utilidad en el estudio cronológico de las moradas o actividades humanas.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de cronología científica
Palabra inversa: acifítneic aígolonorc Número de letras: 20 Posee un total de 10 vocales: o o o í a i e í i a Y un total de 10 consonantes: c r n l g c n t f c
¿Es aceptada "cronología científica" en el diccionario de la RAE?