La cronología histórica es el estudio y registro de los sucesos que han marcado la historia a lo largo del tiempo.
Este interés por documentar eventos se basa en la necesidad de contar con instrumentos que aseguren la permanencia de tales registros.
Para establecer una cronología, es fundamental elegir un punto inicial fijo, que en el pasado solía ser un acontecimiento significativo o el inicio de un reinado.
Sin embargo, este enfoque a menudo resultaba en confusiones y falta de precisión.
El interés —continuado a lo largo del tiempo— por registrar los sucesos históricos, de una parte, y, de otra, la posesión de instrumentos capaces de dar permanencia a tales registros constituyen el fundamento de la cronología, cuyo desarrollo no es sino un aspecto del lento devenir del propio sentido histórico (v. Calendario).
Toda cronología histórica necesita tomar como base un punto inicial fijo. En tiempos antiguos fue costumbre adoptar como punto inicial algún acontecimiento espectacular, cuya trascendencia perdurable se daba por descontada. También fueron utilizados como puntos iniciales los sucesivos reinados dentro de las dinastías, particularmente en la antigua China, los países de los valles del. Tigris y el Eufrates y Egipto. Sin embargo, este método de establecer el origen de las cronologías pecaba generalmente de inexacto y originaba con frecuencia una confusión de sistemas opuestos, muchos de los cuales caían en desuso a medida que el discurrir del tiempo oscurecía el recuerdo de los acontecimientos originales o cuando una dinastía remplazaba a la anterior.
El sistema cronológico más empleado y conocido toma como base el año del nacimiento de Cristo. Las fechas anteriores llevan la indicación a. de J.C. (antes de Jesucristo); las posteriores, d. de J.C. (después de Jesucristo) o a. d., Amo Domini, «año del Señor». El tiempo transcurrido a partir del año 1 d. de J.C. (el sistema carece de año 0) constituye la Era cristiana. A fines de cálculo, Dionisio el Exiguo, monje cristiano del siglo VI, estableció arbitrariamente la fecha del nacimiento de Cristo. Estudios posteriores demuestran que erró en el cálculo, pues la Natividad ocurrió probablemente en el año 4 a. de J.C.
Varios importantes sistemas cronológicos empiezan con la fecha en que los antiguos cristianos fijaron la creación del mundo. Los cristianos de Constantinopla (Bizancio) la establecían en el 1 de setiembre del 5508 a. de J.C. y los de Antioquía, en el 29 de agosto del 5492 a. de J.C. Durante siglos, los hebreos contaron el tiempo histórico a partir del 312 a. de J.C., en que Seleuco I Nicátor conquistó Babilonia (v. Se-leuco I Nicátor). La Era seléucida fue remplazada por el calendario judío, que fija la creación en el 7 de octubre del 3761 a. de J.C. El calendario judío no estableció división entre las eras anterior y posterior a Jesucristo. Este calendario prevalecía en Europa a finales del siglo xi, pero en Egipto persistió la cronología antigua hasta el xvi.
A mediados del xvii James Ussher fijó la fecha de la creación en el 4004 a. de J.C. (v. Ussher, James) , Esta fecha gozó de aceptación general hasta que la evidencia geológica en contrario acumulada por Sir Charles Lyell y otros científicos durante el siglo xix se hizo abrumadora (v. Lyell, Sir Charles). La cronología antigua griega más corriente tomaba como origen los primeros Juegos Olímpicos, celebrados el 1 de julio del 776 a. de J.C. La unidad de medida era una olimpiada o periodo de cuatro años entre la celebración de dos Juegos consecutivos. La antigua cronología romana partía de la supuesta fundación de Roma el 753 a. de J.C. En este sistema las fórmulas verbales para expresar las fechas eran ab urbe condita, «después de la fundación de la ciudad», y anno urbis conditae, «en el año de la fundación de la ciudad». Los consulados romanos sirvieron asimismo de jalones cronológicos para el cómputo de fechas hasta la reforma del calendario introducida por Julio César el 45 a. de J.C. La cronología musulmana parte del año de la Héjira o huida de Mahoma de la Meca a Medina (622 d. de J.C.).
Hasta los tiempos modernos no ha hecho su aparición la cronología histórica verdaderamente racional. El trabajo que marcó la pauta en este aspecto fue L' Art de vérifier les dates..., preparado por los monjes benedictinos de la Congregación de San Mauro en Francia, publicado en 1750 y revisado frecuentemente.
La expansión de la cultura occidental impuso la adopción casi unánime de la cronología cristiana. Al mismo tiempo, el historiador tenía que adaptar a éste sistema fechas derivadas de las múltiples cronologías antiguas u orientales, así como de la maya y la inca para el Nuevo Mundo. Para el estudio del hombre prehistórico se estableció una secuencia basada en los cambios de utensilios y culturas que revelan los restos arqueológicos, secuencia que fue relacionada con la cronología geológica. Véase Arqueología; Era.
La división de la historia en periodos y la determinación del principio y fin de cada uno de ellos no sólo tienen importancia clasificadora, sino que permiten establecer una armazón en que se apoyan el pensamiento histórico y los juicios sobre el carácter y significado de los acontecimientos. La división tradicional de la historia europea en edades antigua, media y moderna, que data del Renacimiento, es todavía la clasificación más utilizada, aunque es difícil ajustar la historia no europea a este modelo y a pesar de que algunos historiadores han criticado el esquema calificándolo de desorientador. Véase Edad Media; Historia; Renacimiento.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de cronología histórica
Palabra inversa: acirótsih aígolonorc Número de letras: 19 Posee un total de 9 vocales: o o o í a i ó i a Y un total de 10 consonantes: c r n l g h s t r c
¿Es aceptada "cronología histórica" en el diccionario de la RAE?