El crótalo surucucú, conocido científicamente como Lachesis muta, es la mayor serpiente venenosa del Nuevo Mundo, habitando las selvas tropicales de países como Costa Rica y Colombia.
Pertenece a la familia de los crotálidos, caracterizada por su cavidad sensorial en la cabeza.
Esta esbelta serpiente puede medir entre 2,30 y 3,30 metros, con escamas rugosas y colmillos largos.
Su color pardo rosado y su comportamiento defensivo la hacen única entre las víboras de hoyuelo.
La mayor serpiente venenosa del Nuevo Mundo, propia de las selvas tropicales de Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela y las Guayanas. El crótalo surucucú (Lachesis muta), juntamente con las serpientes de cascabel, culebras venenosas y las mocasín, pertenece a la familia de los crotálidos, las llamadas víboras de hoyuelo, puesto que todas ellas presentan una profunda cavidad de función sensorial situada a cada lado de la cabeza entre el orificio nasal y el ojo. La esbelta surucucú alcanza una longitud de 2,30 a 3,30 m, tiene rugosas escamas tuberculadas y colmillos que miden a veces más de 2,5 cm de longitud. Su color es pardo rosado con una serie de grandes manchas negras, anchas en medio del dorso y estrechas en los flancos. Lo mismo que otras serpientes que carecen de cascabel hace vibrar la cola cuando se enoja y produce un ruido que a veces es causa de que se la confunda con una de cascabel. Vive totalmente sobre el suelo. Es la única, entre las víboras de hoyuelo americanas, que pone huevos; todas las demás que componen este grupo en el continente americano son vivíparas. Vive mal en cautividad y sólo raramente se la exhibe en los parques zoológicos.