La cruz cristiana es un símbolo profundamente arraigado en la historia religiosa, que representa el triunfo sobre la muerte y las dificultades mundanas.
Originalmente, la crucifixión era un método de ejecución común, pero tras la muerte de Cristo, adquirió un nuevo significado.
San Pablo jugó un papel crucial en esta transformación, asociando el Cristianismo con la cruz.
La historia también incluye el descubrimiento de la auténtica cruz por Elena, madre de Constantino, lo que consolidó su importancia en la fe cristiana.
cruz cristiana, como símbolo (historia religiosa)
La crucifixión, para muchos pueblos precristianos, fue un procedimiento común de castigo y ejecución y continuó siéndolo después del advenimiento del Cristianismo (v. Crucifixión). Tras la crucifixión de Cristo, la cruz vino a simbolizar el triunfo sobre la muerte y, en sentido más lato, el triunfo sobre las cosas mundanas. El apóstol San Pablo contribuyó decisivamente a la identificación del Cristianismo con la cruz. La práctica de la crucifixión terminó oficialmente entre los romanos al reconocer Constantino el Grande al Cristianismo validez oficial en el Imperio Romano. Según la tradición, Elena, madre de Constantino, descubrió la auténtica cruz de Cristo en el año 326. Parte de esta cruz fue colocada por Constantino en una urna y conservada luego en Roma, mientras que otras porciones eran distribuidas por toda la cristiandad. La tradición de «La Invención de la Santa Cruz» por Elena se opone a otra más antigua, según la cual la auténtica cruz fue encontrada durante el reinado de Tiberio. El intento de reconciliar ambas leyendas (siglo xix), llamando al descubrimiento de Elena «redescubrimiento», no resultó convincente para la mayoría de los eruditos. Hoy se pueden ver en todo el mundo reliquias que pretenden proceder de la auténtica cruz. La Basílica de la Santa Cruz (Roma) y la de Notre Dame (París) guardan algunas de esas reliquias.
Antes de la Edad Media y a lo largo de toda ella la cruz ejerció importante influjo sobre la vida y el pensamiento cristianos: las iglesias se construían normalmente siguiendo un plan cruciforme (v. Religiosa, Arquitectura); la cruz fue quizás la figura más
común de la heráldica; la señal de la cruz entró a formar parte del ritual cristiano y de la vida corriente de las gentes. Según la tradición, la verdadera cruz había sido construida con cuatro clases de madera (palmera, cedro, olivo y ciprés); se atribuyeron multitud de significados simbólicos a sus cuatro brazos, como el que representaban las cuatro partes del mundo. Influyó en las formas literarias del periodo (en obras teológicas o de otras clases) casi tanto como la idea de la Trinidad.
A lo largo de los siglos el diseño de la cruz (dos líneas que se cortan perpendicularmente) ha ido tomando diversas formas y estilos, algunos de los cuales se retrotraen a los tiempos paganos. Los artesanos constructores de cruces para fines litúrgicos embellecían a veces de tal manera el modelo básico que resultaba difícil reconocer su forma. La cruz litúrgica descubierta en 1940 durante las excavaciones realizadas en Herculano, al pie del Vesubio, es probablemente la más antigua de las actualmente existentes. Esta ciudad fue arrasada por la erupción del Vesubio al mismo tiempo que Pompeya, de los que se deduce que las cruces litúrgicas en ellas encontradas datan del periodo anterior al año 79. Las cruces descubiertas en Pompeya parecían profanadas, lo que indica que los enemigos del Cristianismo consideraban la cruz, ya en fecha tan temprana, símbolo cristiano. Dice mucho en favor dé la vitalidad de la religión simbolizada por la cruz el hecho de que ésta haya venido representando inconfundiblemente al Cristianismo durante 2000 años, a pesar de la ambigüedad de su origen pagano y de su variedad de usos no cristianos.