La culpa teológica se refiere a la transgresión voluntaria de la ley de Dios, entendida como un acto que va en contra de los principios divinos establecidos.
Este concepto es fundamental en la teología, ya que implica una responsabilidad moral y espiritual ante el pecado.
La culpa teológica no solo afecta la relación del individuo con lo divino, sino que también tiene repercusiones en su vida personal y comunitaria.