El cultivo de la cebolla es una práctica agrícola que se adapta a diferentes climas, siendo un cultivo de invierno en regiones cálidas y de primavera en zonas más frías.
Esta hortaliza, conocida por su resistencia, prospera en suelos sueltos, húmedos y bien drenados, ricos en nutrientes.
Aunque la mayoría se reproduce por semillas, también se utilizan bulbos para obtener cebollas tempranas.
Su manejo adecuado garantiza una producción óptima y de calidad.
cultivo de la cebolla
La cebolla, una de las hortalizas más resistentes, es cultivo de invierno en los climas cálidos y de primavera o principios de verano en las regiones más frías. Las cebollas que proceden de semillas requieren tierra suelta, húmeda y libre de malas hierbas, pues no pueden competir con otras plantas. Prosperan mejor en climas frescos y húmedos con suelos ligeros y arenosos, ricos en fertilizantes. Necesitan en todo caso buen drenaje.
La mayoría de las cebollas destinadas al mercado se reproducen por semillas, aunque también pueden multiplicarse mediante bulbos. Las reproducidas por bulbos están destinadas a la obtención de semillas o cebollas tempranas. Antiguamente la multiplicación por bulbos era el único método utilizado con las cebollas tempranas, pero hoy en día ha sido casi completamente sustituido por el transplante. Existen tres métodos de reproducción por bulbos: 1) emplear los bulbillos que nacen en la punta de los tallos floridos; 2) utilizar los bulbils o «multiplicadores», partes separadas del bulbo de cebolla; o 3) «esquejes» de cebolla (bulbos detenidos). Los bulbillos plantados en primavera forman al crecer bulbos independientes listos para su colección y consumo. Caso de no ser cosechados, continúan su crecimiento hasta transformarse en altas plantas rematadas por bulbillos y flores. En el cultivo por multiplicadores, cada bulbil echa hojas separadas, que pueden consumirse en cualquier momento durante su crecimiento. Si se les permite desarrollarse, cada bulbil se convierte en un bulbo compuesto semejante al bulbo padre. Los esquejes de cebollas son cebollas corrientes, cuyo crecimiento ha sido detenido y que vuelven a crecer sólo en caso de replante. Los bulbos, cultivados de semillas plantadas muy juntas en tierra pobre, alcanzan pronto su desarrollo máximo y maduran cuando son extremadamente pequeños. Una vez recolectados, pueden almacenarse durante los meses de invierno para ser replantados la primavera siguiente. Una vez plantados, crecen rápidamente y pronto están listos para su recolección y consumo. Si no son cosechados, echan tallos floridos y producen semillas. Para obtener buenas cebollas, los esquejes deben ser consistentes y pequeños, con diámetro inferior a 12 milímetros.
En diversas regiones europeas, California y las Bermudas se utiliza el método de transplante. Las plantas comienzan a crecer en invierno, en invernaderos o protegidas por cristal, en tierras arenosas y ricas, en primavera se plantan al aire libre, en hileras separadas por poco más de 30 cm. Los surcos se cavan con frecuencia para airear la tierra y eliminar las malas hierbas.
Las cebollas destinadas al mercado comprenden los tipos globales de color blanco y amarillo y la tan familiar cebolla roja. En el S de California, Florida, Texas y en las zonas fértiles de la cuenca del Misisipí se cultivan variedades españolas, egipcias y de las Bermudas. Estas variedades se reproducen en planteles; cuando alcanzan el tamaño adecuado son transplantadas al campo y colocadas a intervalos de 10 cm. Si el transplante tiene lugar en suelo rico y el cultivo es sumamente cuidadoso pueden cosecharse hasta 700 hl/ha, aunque la producción media normal de un buen terreno es de unos 435 hectolitros.
Las principales pestes y enfermedades que atacan a la cebolla son el tizón, el mildeu velloso (combatido generalmente con caldo bordolés), las cresas de la cebolla, eliminadas con la aplicación de ácido carbólico y abonos cálcicos, y las carcomas, que se destruyen aplicando emulsiones de queroseno.
