El cultivo del apio es un proceso agrícola que comienza con la siembra de pequeñas semillas en invernaderos o almajaras.
Estas semillas, ligeras y delicadas, germinan y se trasplantan cuando brotan las hojas.
Las plantaciones se realizan en primavera, alternando variedades para optimizar la cosecha.
Durante su crecimiento, se cuida la blancura de las pencas mediante técnicas como el amontonamiento de hierba.
La recolección se lleva a cabo a finales de julio, asegurando un producto de calidad.
cultivo del apio
Las semillas de apio, las cuales no pesan más de 1 g, se siembran en almajaras o en invernaderos y se trasplantan en cuanto empiezan a brotar las hojas. Normalmente las primeras plantaciones se hacen en los campos avanzada la primavera y las segundas unos dos meses más tarde. Una práctica habitual es alternar filas de variedades tempranas con variedades tardías o intercalar otros vegetales. Las plantas se colocan a intervalos de 10 a 15 cm en filas separadas unos 60 cm una de otra y reciben cultivo super-
ficial hasta que alcanzan los 25 cm. Las pencas se mantienen blancas amotonando la hierba a cada lado de la fila y repitiendo la operación a medida que la planta crece de forma que sólo queden expuestas las puntas de las hojas. Otras formas de conservar esa blancura son envolver los tallos con papel o limitar las hileras con tablas anchas. La recolección tiene lugar a fines de julio. Las raíces del apio se entregan al mercado desbastadas y dispuestas en forma apuntada, liadas en haces por docenas, en canastas especiales. Para el almacenamiento de las raíces no se las desguarnece. Uno de los métodos más corrientes de almacenamiento en el N de Estados Unidos consiste en enterrar los tallos en trincheras bien drenadas de 30 cm de anchura poco más o menos, con sólo unos centímetros de las cimas por encima del suelo. Una vez llenas las trincheras se cubren con tablones. Los principales enemigos del apio son el añublo y el tizón, que pueden combatirse con caldo bordelés tanto en los semilleros como en el campo.