Los cúmulos abiertos son agrupaciones de estrellas que se encuentran en la Vía Láctea, caracterizadas por su tendencia a concentrarse en el plano galáctico.
Estos cúmulos, que pueden contener desde unas pocas decenas hasta varios millares de estrellas, son visibles a simple vista en algunos casos, como las Pléyades y las Híadas.
Su estudio permite comprender mejor el movimiento y la evolución de las estrellas en el espacio.
Se conocen como cúmulos galácticos a causa de su marcada tendencia a aglomerarse hacia el plano central de la galaxia o Vía Láctea (v. Vía Láctea). Existen unos 500, todos ellos a una distancia comprendida entre 100 y 20000 A. L. del Sol (v. Año-luz). Los más remotos pueden ser oscurecidos por nubes de polvo interestelar en el plano de la Vía Láctea. El número de estrellas en un cúmulo galáctico varía desde unas pocas decenas a unos cuantos millares. Algunos cúmulos cercanos, tales como los bien conocidos de las Pléyades y las Híadas, de la constelación de Tauro, son visibles a simple vista; otros, como el del Pesebre y de Perseo, a simple vista son manchas neblinosas cuyos componentes sólo se perciben con ayuda de un anteojo. Véase Híadas; Pesebre; Pléyades.
Si se conoce la distancia de una estrella (v. Paralaje), puede estudiarse su velocidad en el sentido radial y el transversal a la línea visual para obtener su movimiento absoluto en el espacio respecto del Sol (v. Movimiento propio; Velocidad radial). De esta manera se ve que las estrellas pertenecientes a los llamados cúmulos en movimiento siguen trayectorias paralelas. Uno de estos cúmulos es el de las Híadas, otro el de la Osa Mayor, que comprende cinco estrellas del Carro y está rodeado de una bandada de estrellas que se mueven casi en la misma dirección. Entre las estrellas de esta corriente se encuentran Sirio, la estrella más brillante del firmamento, la más luminosa de la constelación Corona Boreal y la segunda en luminosidad de la del Cochero.