La palabra curul tiene sus raíces en la antigua Roma, donde se refería tanto al edil patricio, un magistrado encargado de la administración pública, como a la silla en la que este se sentaba.
Este término evoca una conexión con el poder y la autoridad, simbolizando no solo el estatus de quienes ocupaban esos cargos, sino también el lugar físico que representaba su posición en la sociedad.