Nicolás de Cusa, un erudito alemán nacido en Kues en 1401, se destacó por su pensamiento innovador y su compromiso con la reforma eclesiástica.
Tras obtener su doctorado en Derecho en la Universidad de Padua, se convirtió en un influyente cardenal y obispo, participando activamente en el Congreso de Basilea.
Su crítica a las Donaciones de Constantino y su labor diplomática lo posicionaron como un pensador clave que desafió el escolasticismo de su tiempo.
Biografía de Cusa, Nicolás De
(Nikolas Chrypffs, 1401?-64). Erudito alemán, nacido en Kues (Cusa), cerca de Trier (Tréveris), de humilde ascendencia. En 1424 se doctoró en Derecho en la Universidad de Padua y recibió órdenes eclesiásticas. Como arcediano de Lieja asistió al Congreso de Basilea (1431-49), durante el cual prometió una reforma del Calendario Juliano según las ideas gregorianas. Tachó de inválidas las Donaciones de Constantino y los Decretales de Isidoro (v. Crítica). En 1448 fue nombrado cardenal por Eugenio IV y, dos años más tarde, obispo de Brixen (Bressanone, Italia). Subsiguientemente se distinguió como legado pontificio, en cuyo calidad viajó mucho, corrigió abusos en los monasterios, trató de terminar con el cisma husita, laboró en favor de la paz anglo-francesa, promovió una cruzada contra los turcos y, en fin, demostró su capacidad como diplomático en multitud de otros asuntos. Pero aún resulta más importante su personalidad como erudito y pensador. Rompió con el escolasticismo mucho antes de que tal ruptura se pusiera de moda. Sus obras más importantes son De docta ignorantia y De conjecturis libri duo, ambas publicadas en 1440, en que mantiene que, aunque todo conocimiento humano es mera conjetura y la esencia de la sabiduría consiste en el reconocimiento de la ignorancia humana, la realidad de Dios puede captarse por medio de la intuición (intuitio, speculatio). Para su tiempo fue un verdadero humanista. Sus doctrinas rozaban con el panteísmo. Ejerció profunda influencia sobre el pensamiento de Bruno (v. Bruno, Giordano). No hubo apenas ningún aspecto de la vida intelectual de su tiempo que no llegara a dominar de tal suerte que fuera luego capaz de influir en los demás. Al unir a sus inquietudes intelectuales y espirituales la labor efectiva en el mundo de la realidad puede considerársele anticipo del «hombre universal» preconizado por el Renacimiento.