El término demóstenes se refiere a un hombre que destaca por su gran elocuencia, es decir, su habilidad para expresarse de manera clara y persuasiva.
Esta palabra proviene del famoso orador griego Demóstenes, conocido por su capacidad para cautivar y convencer a su audiencia.
En la actualidad, se utiliza para describir a aquellos que poseen un talento excepcional en el arte de hablar en público y comunicar ideas con eficacia.
Etimología u origen de la palabra demóstenes: (Por alusión al orador, príncipe de la elocuencia griega.)
2º artículo
(384?-322 a. de. J.C.). Orador y estadista ateniense, nacido en el Ática. Con objeto de prepararse para un pleito contra unos parientes que habían cometido fraude contra él, estudió oratoria, probablemente con el gran orador Iseo. La experiencia adquirida durante el litigio le indujo a dedicarse a la logografía y escribió alegatos para que otros los emplearan ante los tribunales.
La carrera de Demóstenes como orador político comenzó el año 351, en que pronunció su primera Filípica contra Filipo de Macedonia, a quien los atenienses combatieron durante varios años en una guerra indecisa. Exhortó a los atenienses a que despertaran de su falsa seguridad y pidió que la guerra se extendiera a Tracia, pero sus llamamientos no encontraron eco. Este discurso fue seguido por el de las Olínticas, en defensa de Olinto, mas cuando cayó la ciudad ante el avance de Filipo, los atenienses pidieron la paz y Demóstenes fue enviado a Macedonia como uno de sus doce embajadores. El tratado subsiguiente, la paz de Filócrates, resultaba insoportable para el ardiente orador que no la consideró más que un respiro entre dos batallas. Con la segunda y tercera Filípicas (344 y 341, respectivamente) consiguió que se anulara el tratado de paz, que se aumentaran las consignaciones militares y se reforzara la marina, hizo de Tebas una aliada contra Filipo y se convirtió en el jefe político más influyente de Atenas. En La falsa embajada (343) acusó a su compañero de embajada, Esquines, de falta de fervor patriótico durante la misión de paz. La cuarta Filípica (340) fue en realidad una declaración de guerra que condujo a otra derrota griega a manos de los macedonios.
El año 336 Tesifonte propuso que se concediera a Demóstenes una corona de oro en reconocimiento a su patriotismo, pero Esquines impugnó la legalidad de la propuesta. El año 330, cuando se decidió el asunto, Demóstenes pronunció su discurso más famoso, De corona (Sobre la corona), en defensa de toda su carrera; su elocuencia y lógica fueron tan convincentes que Esquines, humillado, se desterró a sí mismo. El año 324 decayó, sin embargo, marcadamente la influencia política de Demóstenes. Un tal Harpalo nombrado guardián de un gran tesoro por Alejandro Magno, huyó con el botín y buscó refugio en Atenas; Demóstenes insistió en amparar al fugitivo y, como consecuencia de ello, fue acusado de haber sido sobornado por Harpalo. El orador fue juzgado, declarado culpable y condenado a una multa de 50 talentos, que no pudo pagar. Huyó a Egina, donde permaneció hasta la muerte de Alejandro, tras de la cual volviéronle a llamar los atenienses. Al regresar triunfante el año 323, pidió una nueva guerra contra Macedonia. En ella los griegos fueron derrotados por Antípater, quien pidió la entrega del orador. Éste huyó de nuevo, esta vez a Calauria, y, perseguido por los agentes de Antípater, se envenenó para evitar la captura y la muerte.
Demóstenes fue el más grande orador de la antigüedad. Los discursos que de él han llegado a nosotros en su forma original son magníficos por la brillantez de exposición. Su prudencia como hombre de gobierno fue a veces discutible. Sus opiniones resultaban a menudo estrechas y demasiado afectadas por sus odios personales. Su exacerbado patriotismo le llevó a la intransigencia en sus negociaciones con Macedonia.
