El descubrimiento del pithecanthropus se refiere a la identificación de algunos de los más antiguos restos humanos en Asia, específicamente en la región central de Java.
Estos hallazgos se realizaron en un contexto geológico único, donde el río Trinil ha expuesto capas de sedimentos que incluyen cenizas volcánicas y arcilla azulada.
Este descubrimiento ha permitido a los científicos estudiar las condiciones en las que estos antiguos seres humanos vivieron y murieron, ofreciendo valiosas pistas sobre nuestra evolución.
descubrimiento del pithecanthropus
Algunos de los más antiguos restos humanos se han encontrado en Asia en condiciones que permiten realizar un cuidadoso estudio científico. En la región central de Java (Indias orientales holandesas), el río Trinil ha ido socavando estratos sucesivos hasta que su lecho actual discurre 15 m más abajo que las tierras circundantes. En la primera capa superior se encuentra actualmente un espeso depósito de fragmentos y arenas volcánicas vomitados por algún volcán cercano. Bajo esa capa se halla otra de toba volcánica (cenizas y polvo volcánico) y, más profunda, otra de unos 2 m de espesor de arcilla azulada que debió depositarse en forma líquida. Es en esta última capa donde se realizaron los hallazgos objeto de discusión.
Se cree que a raíz de una convulsión volcánica se derramó del cráter una oleada de fango semilíquido e inundó las vertientes y el valle. En su riada arrolló y sepultó árboles, plantas y restos de animales que perecieron durante la erupción.
Ulteriores erupciones y aluviones arrastrados por el agua de las montañas y las corrientes de los ríos fueron rellenando el lugar hasta llegar a su nivel actual. En los últimos siglos, el río continuó su labor de zapa hasta llegar a la arcilla azulada.
El año 1891 llamó la atención del Dr. Eugene Dubois, paleontólogo holandés, la acumulación de huesos y plantas fósiles que aparecieron en varios lugares a lo largo de la corriente, cuando ésta se encontraba en su nivel bajo. Después de seleccionar un depósito sedimentario, excavó unas trincheras en la tierra arcillosa y a poco encontró esqueletos o huesos de 24 especies de animales, en la actualidad extintas o desaparecidas de Java desde hace mucho tiempo. En relación con tales hallazgos encontró dos molares muy primitivos, un hueso recto de pierna y la parte superior de un cráneo que bien podía haber pertenecido a un ser humano. No se encontraron juntos estos supuestos restos humanos y era muy inseguro afirmar que pudieran haber pertenecido a la misma persona, pero Dubois insinuó que uno o más seres vivientes habían habitado aquella zona en el tiempo en que se formó tal arcilla. Si habían pertenecido a un individuo, éste debía haber constituido un tipo intermedio entre el mono y el hombre y de aquí que él lo llamara Pithecanthropus erectus, «Hombre-mono erguido».
Este hallazgo, al que siguieron violentas discusiones, no logró convencer al público durante muchos años. Posteriores investigaciones científicas escrupulosamente realizadas aportaron nueva luz sobre el caso. En el fondo de aquel depósito fueron apareciendo nuevos especímenes, mientras que la abundancia de plantas y osamentas fósiles daba testimonio válido de su edad geológica. Cuatro nuevos cráneos —tres adultos y uno infantil—, quijadas superiores e inferiores, con dientes todavía encajados y restos de cuatro huesos de piernas testificaban que el Pithecanthropus no era un individuo único ni tampoco un mono. Evidentemente era un miembro de una primitiva especie humana.
El material recogido arroja la siguiente descripción del Pithecanthropus: cabeza larga y estrecha de bóveda muy baja; cara ancha, muy alargada y en forma de hocico, que sobre los ojos presenta un gran saliente óseo muy parecido al de los monos. La parte anterior del cráneo se retira muy bruscamente del saliente ciliar, mientras que en la posterior hay otro saliente al que se adhieren los músculos del cuello. Las medidas interiores del cráneo muestran que las proporciones del cerebro son similares a las del hombre, si bien la capacidad craneana es muy inferior a la de los seres humanos actuales. La mandíbula es primitiva con escaso desarrollo de barbilla; en la misma mandíbula aparecen implantados dientes molares an-tropoides y dientes delanteros humanos. Finalmente, los huesos de la pierna indican que aquella criatura podía —como así fue— andar erguida. El testimonio geológico denuncia que tanto el hombre de Java como el de Pekín pertenecen al Pleistoceno medio, hace unos 500000 años.
