El término desfecho proviene del participio irregular del verbo desfacer, que significa deshacer.
Aunque su uso es considerado anticuado y actualmente se encuentra en desuso, representa una forma de referirse a la acción de revertir o eliminar algo que ha sido hecho.
Su escasa presencia en el lenguaje contemporáneo lo convierte en una curiosidad lingüística, evocando un tiempo en que estas palabras eran más comunes.