El término detergente se refiere a una sustancia que tiene la capacidad de limpiar y eliminar suciedad o manchas.
Se utiliza comúnmente en productos de limpieza, como jabones y líquidos, que facilitan el proceso de higiene en diversas superficies.
Su función principal es actuar sobre las impurezas, haciendo que sean más fáciles de remover, lo que lo convierte en un elemento esencial en la limpieza del hogar y en la industria.
Producto químico o mezcla que sirve para limpiar. Entre los muchos materiales utilizados como detergentes se encuentran los Álcalis, Jabones y similares, Disolventes y ciertas arcillas como la Tierra de Batán y la Bentonita. El agua y las arcillas se han utilizado en la limpieza desde los tiempos más remotos; el jabón se ha preparado y utilizado en las casas hace muchos siglos. El consumo de jabón en gran escala data por lo menos de 2000 años, como lo demuestra una fábrica de jabón perfectamente instalada que se descubrió en las ruinas de Pompeya.
La limpieza es un problema complicado porque son muy variados los artículos que deben limpiarse y muchas también las clases de suciedad. Sin embargo, las sustancias que se desea eliminar en la limpieza pertenecen por lo general a uno de estos dos grupos: polvos inertes adherentes, como el hollín y las materias terrosas, y grasas, que mantienen el polvo adherido a las superficies. Los primeros pueden separarse mediante una película líquida que se abra paso entre ellos y la superficie, lo que se consigue con los detergentes, que rebajan la tensión superficial del agua y aumentan su poder humectante. Una vez libres, son adsorbidos por el detergente coloidal, que los mantiene en suspensión. Una concentración de 0,25 % de jabón produce el máximo descenso de la tensión superficial del agua.
El jabón en estado coloidal es el más eficaz adsorbente de la suciedad y la proporción de jabón que se mantiene en este estado es máxima en solución alcalina (pH 10,5) y a bajas temperaturas. Las temperaturas altas aumentan la proporción de jabón disuelta y disminuyen su actividad detergente. Los jabones de gran peso molecular, de cadena carbonada larga, son mejores detergentes porque se disuelven menos y se mantienen en su mayor parte como coloides. Las grasas y aceites se emulsionan en el agua gracias al jabón, tierra de batán o bentonita; las gotitas de aceite o grasa se envuelven en una fina película de jabón o arcilla y quedan también en suspensión.
Los jabones de uso corriente son sales sódicas o potásicas de ácidos grasos como el oleico, palmítico y esteárico. Los jabones de los metales no alcalinos no tienen valor como detergentes. Los jabones se preparan por Hidrólisis alcalina de los Esteres glicéricos (v. Glicerina), proceso que se denomina saponificación:
Si los jabones se emplean con agua duras, los iones de calcio y magnesio presentes en el agua precipitan como jabones cálcicos y magnésicos en forma de espuma, que se deposita sobre el material e impide la acción detergente hasta que aquéllos han sido totalmente eliminados, es decir, hasta que el agua se ha hecho blanda. El lavado con aguas duras, lo mismo que con aguas ácidas, que descomponen el jabón precipitando los ácidos grasos insolubles, significa, pues, una pérdida de jabón. Estas son dos limitaciones del jabón en su empleo como detergente.
Nuevos detergentes.
Posteriormente se han preparado los llamados alcoholes sulfonados y otros productos sintéticos similares al jabón que no sufren estas limitaciones. Estos nuevos detergentes, designados todos ellos en el comercio con nombres registrados, han encontrado numerosas aplicaciones domésticas en el lavado de vajilla, batería de cocina, tejidos, maderamen y suelos.
Los alcoholes sulfonados y los alquilsulfatos de sodio pueden ser de cadena lineal o aromática. En general se preparan por reducción con hidrógeno, a presión y en presencia de catalizadores, de los ácidos del aceite de coco o palma, que producen los correspondientes alcoholes, o bien por Oxidación de los hidrocarburos del petróleo y posterior tratamiento con ácido sulfúrico y neutralización con hidróxido sódico para obtener las sales sódicas.
Estas sales son buenos detergentes y humectantes, aun en soluciones ácidas, y no se ven afectadas por las aguas duras porque sus compuestos de calcio y magnesio, solubles por encima de los 37 °C, son también buenos detergentes.
Algunos de estos productos, análogos al jabón, son: laurilsulfato sódico, octadecilsulfato sódico, oleilsulfato sódico.
Los jabones ordinarios son prácticamente inútiles como detergentes con el agua de mar, pero no así las sales sódicas de los nuevos alcoholes sulfonados que actúan del mismo modo con agua salada que con agua dulce.
Agentes de refuerzo.
Algunos compuestos alcalinos tienen cierto poder detergente, aunque menor que el de los jabones, pero las mezclas de ambos son mejores detergentes, a igualdad de coste, que cualquiera de los componentes aislados. Estas adiciones alcalinas se denominan agentes de refuerzo y suelen añadirse a los jabones de lavado. Entre ellos pueden citarse el silicato, carbonato, resinato y los fosfatos sódicos. Para aplicaciones especiales se añaden también abrasivos finos.
Limpieza en seco.
En la Limpieza en seco, las manchas de grasa se eliminan mediante disolventes adecuados, como la gasolina, el petróleo, el tetracloruro de carbono u otros, o sus mezclas, que luego se recuperan en gran parte por condensación o por adsorción sobre Carbón activado. Su poder detergente se aumenta por adición de pequeñas cantidades de jabones ácidos solubles en ellos, por ejemplo, ácido oleico parcialmente neutralizado con hidróxido potásico. Véase Jabón.
adj. = adjetivo m. = sustantivo masculino p. = participio p.a. = participio activo s. = sustantivo o siglo o sur Ú. = Úsase Ú.m. = Úsase más Ú.m.c.s. = Úsase más como sustantivo V. = Ver o Verbo Más abreviaturas...
