m. El determinismo histórico es la postura de que los eventos están históricamente predeterminados o actualmente limitados por varias fuerzas. El determinismo histórico puede entenderse en contraste con su negación, es decir, el rechazo del determinismo histórico.
Algunas filosofías políticas (por ejemplo, el marxismo temprano y el marxismo estalinista) afirman un materialismo histórico de predeterminación o de restricción, o de ambas.
Usado como peyorativo, normalmente significa designar una sobredeterminación de las posibilidades presentes por condiciones históricas.
Tesis del determinismo histórico
El determinismo histórico es un concepto filosófico que generaliza la noción de causalidad y se desarrolla especialmente en el siglo XIX, con Karl Marx, como parte de una reflexión sobre el significado de la historia, aunque la reflexión sobre la relación entre causalidad e historia comenzó mucho antes, a partir de la antigua Grecia.
La tesis del determinismo histórico afirma que hay una necesidad en el curso del proceso histórico. Es decir, sin comentar la cuestión de la previsibilidad de la historia futura, nada podría haber sido diferente de lo que es.
La reflexión determinista histórica tiende a basarse en reflexiones estructurales, históricas y sociales para caracterizar el futuro histórico como un todo coherente cuyo estudio por las ciencias sociales es capaz de revelar la secuencia de las causas.
Karl Marx.
Orígenes del determinismo histórico
Desde la Antigüedad hasta el surgimiento del cristianismo y luego desde el Renacimiento en adelante, varios intelectuales desarrollaron una reflexión sobre la noción de historia y sobre la cuestión de si es posible influir en su curso (y en caso afirmativo, en qué medida).
Históricamente, esta reflexión se ha desarrollado también en el marco de una filosofía al servicio de la teología (ancilla theologiae) y debe ajustarse a las opiniones de los textos sagrados sobre la predestinación o el libre albedrío, tanto en el mundo cristiano como en el musulmán.
En el Occidente moderno, la filosofía racionalista cuestiona la libertad humana, la causalidad, la providencia divina, estos temas son desarrollados por Baruj Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz, Nicolas Malebranche, Bossuet en un siglo en el que estas cuestiones metafísicas han sido atravesadas por tensiones teológico-políticas como las teorías de John Wycliff, las revueltas husitas, la disputa por el jansenismo o la reforma protestante en general.
En la segunda mitad de la Ilustración, la mayoría de los pensadores promovieron la idea del libre albedrío, impulsado por un estado de ánimo que podría describirse como progresista y humanista, dando lugar al liberalismo de pensadores como John Locke, Stuart Mill o Jeremy Bentham.
A partir del siglo XIX, la constitución de la historia como ciencia social llevó un discurso ambivalente y cambiante, Carl Ritter defendió la tesis de un determinismo geográfico pero esta opinión fue posteriormente rechazada o calificada por las distintas escuelas historiográficas que se impondrían en el campo académico.
En Sociología
En el siglo XIX, el sociólogo Émile Durkheim llamó a los historiadores a "considerar los hechos sociales como cosas": las realidades/fenómenos humanos son objetos a conocer planteados ante un sujeto conocedor; esto permitía la explicación por causas. En su método, Durkheim deja de considerar el acto individual en sus posibles o probables causas psicológicas, tanto variadas como pobres.
Por su parte, al mismo tiempo, el sociólogo Gabriel Tarde, los agentes individuales son soportes de imitación emocional que sin saberlo los condicionan a adoptar ciertos comportamientos, ciertas creencias. Tarde desarrolla un pensamiento en red de imitación afectiva basado en el pensamiento de Gottfried Wilhelm Leibniz y será actualizado por varios pensadores como Yves Citton y Frédéric Lordon, quienes juntos escribirán un Bosquejo de una economía política de afectos reexaminando el pensamiento de Tarde a la luz de los conceptos de Baruch Spinoza.
En el siglo XXI, el filósofo y sociólogo Pierre Bourdieu, profesor del Collège de France, fundó una nueva teoría del espacio social, en la encrucijada de las tradiciones marxistas y weberianas, en torno a los conceptos de habitus, campos sociales y violencia simbólica. Si la influencia de Pierre Bourdieu es estructurante para la sociología contemporánea, muchos críticos le reprochan su pensamiento determinista, dejando poca autonomía e iniciativa al sujeto.
En la segunda mitad del siglo XX, la historia "total" desarrollada como resultado de la obra de Fernand Braudel presenta un intento de renovar la noción de determinismo histórico. Braudel distingue tres niveles de causalidad, de importancia decreciente desde el punto de vista del historiador.
En el nivel más fundamental, el historiador debe dar cuenta de las determinaciones causales relacionadas con el entorno natural de las sociedades o procesos estudiados.
Según Braudel, éste es el lugar de las temporalidades lentas, procesos casi inmóviles, que dan cuenta de las transformaciones, o más generalmente, de las constantes históricas que encuentra el historiador, a la estructura causal más relevante.
Luego vienen las determinaciones relacionadas con las instituciones y las diferentes producciones culturales de las sociedades estudiadas. Estos obedecen a tasas de transformación lentas, aunque más identificables que las que impulsan las estructuras causales asociadas con el medio ambiente natural.
Finalmente, está el estudio de las determinaciones más "superficiales", según Braudel, las que vinculan acontecimientos o fenómenos singulares, que en su opinión son más bien una cuestión de tiempo periodístico y de escaso interés histórico.
Críticas al determinismo histórico
- Mecanismo
Una crítica que se hace a menudo contra la tesis del determinismo histórico es que conduciría a una concepción mecanicista de la historia, como un proceso tan sencillo como los movimientos de los planetas. Así, el determinismo histórico no podía reflejar la subjetividad de los actores que participan en él o no podía representar realmente la singularidad específica de un determinado momento o acontecimiento, en la medida en que un enfoque determinista reduciría el acontecimiento a la inevitable e inexorable conjunción de las causas que lo determinan.
La respuesta de Hegel, desarrollada por Marx y luego Althusser, es considerar que la formación de la conciencia de los sujetos en la historia no escapa a la necesidad absoluta. Para Hegel, la formación cultural, el futuro cultural de los pueblos, es pensado como la realización objetiva del Espíritu a través de la historia. Así, el futuro de los pueblos no es una pura arbitrariedad, sino la realización del Espíritu (Geist) que subyace en el desarrollo dialéctico del universo.
Marx afirmará repetidamente que no es la conciencia del hombre la que determina su vida social, como se podría imaginar desde una concepción del hombre racional, dueño de su destino y de sus pensamientos, sino la vida social material del hombre la que determina su conciencia. La conciencia de los hombres, en la medida en que está determinada por su modo de vida material, no se niega; por el contrario, el marxismo se dota de herramientas conceptuales para poder pensar en ella en relación con las configuraciones sociales e históricas de la organización de la vida material.
Así, la organización material, en su antigua forma de esclavitud, feudal y luego capitalista, induce diferentes mentalidades, representaciones y formas de pensar. Es decir, aunque no sean conscientes de ello, sus formas de pensar, opiniones, creencias, gustos y juicios están integrados en el movimiento general de la historia. La historia de las mentalidades busca resaltar estos desarrollos y problemas.
Aristóteles, en su Ética en Nicomaque, describe la causa final como una de las cuatro causas, e incluso la más importante de las cuatro.
Telos (Τέλος) es un término griego que significa "fin", tanto en el sentido de un objetivo (en el sentido de la famosa frase "el fin justifica los medios") como el fin de un objeto o su límite final. Un razonamiento teleológico sería del tipo: "El hombre tiene ojos para ver" y no "El hombre puede ver porque tiene ojos". Esta es la tesis de Lamarck, que será olvidada en comparación con Charles Darwin.
Un ejemplo citado con frecuencia es que Lamarck explicó la morfología de la jirafa como causada por la escasez de pasto en la sabana. La jirafa que extiende su cuello hacia las hojas de los árboles extendería la longitud de su cuello durante toda su vida y así propagaría esta modificación entre sus descendientes.
Este es un razonamiento teleológico en el sentido de que el cuello alargado del animal serviría para un propósito específico, es decir, alimentarse de hojas altas. Para Charles Darwin, es en realidad porque tiene un cuello largo que la jirafa es capaz de acceder a las hojas más allá del alcance de otros herbívoros.
En este sentido, Darwin elimina la teleología de la biología, introduciendo el azar seleccionado como el verdadero motor de la evolución de las especies. La evolución darwiniana es un proceso no teleológico en su producción.
El análisis del filósofo determinista Baruch Spinoza es crítico con la causa final aristotélica. Para el filósofo holandés, se trata de una confusión de efectos por causas, que invierte la causalidad e introduce confusión en el razonamiento.
En el apéndice del primer libro de su obra magna, Spinoza propone una crítica radical de la causa final aristotélica. Spinoza afirma que "todas las causas finales no son más que pura ficción imaginada por los hombres".
Deleuze señala la crítica de Spinoza a lo que él llama tres errores fundamentales, siendo la teleología el primero de los tres. Los otros dos son la ilusión del libre albedrío y la ilusión teológica.
Para Spinoza, nuestra conciencia, al recibir el universo directamente a través de los efectos y luego deducir las causas, tiende espontáneamente a invertir la dirección de la causalidad, pensando que el efecto induce lo que es su causa cuando es lo contrario.
Para legitimar su papel, las potencias no dudaron en hacer de su sistema político la culminación final de la historia, como si toda la historia humana hubiera convergido hacia el Tercer Reich en un determinismo histórico impulsado por la competencia racial y la victoria de la raza aria sobre los demás. Este es un discurso teleológico.
El discurso estalinista también hizo de la historia un proceso convergente hacia la construcción del mundo soviético y la emancipación del proletariado.
Es importante destacar que el historicismo no debe confundirse con el determinismo histórico. Mientras que el determinismo histórico sostiene que los eventos están predeterminados o limitados por diversas fuerzas, el historicismo se centra en la comprensión de las particularidades y contextos históricos.
Cantidad de letras, vocales y consonantes de determinismo histórico
Palabra inversa: ocirótsih omsinimreted Número de letras: 21 Posee un total de 9 vocales: e e i i o i ó i o Y un total de 12 consonantes: d t r m n s m h s t r c
¿Es aceptada "determinismo histórico" en el diccionario de la RAE?