El difusionismo es un concepto que se refiere al fenómeno de la difusión de elementos culturales entre diferentes pueblos.
Este término surge cuando los estudiosos observan similitudes sorprendentes en objetos, costumbres o creencias de diversas culturas.
Se plantean interrogantes sobre si estas similitudes son producto de una unidad fundamental en la mente humana, de fases culturales inevitables o de contactos provocados por migraciones, guerras o comercio.
La mayoría de los antropólogos consideran la posibilidad de un desarrollo paralelo de culturas, donde se logran resultados similares sin intercambio directo de ideas.
Nombre que se ha dado al fenómeno de difusión de elementos culturales entre los pueblos. Cuando los estudiosos de la Cultura tropiezan con alguna sorprendente similitud entre los objetos, costumbres o creencias de pueblos diferentes, se enfrentan con una serie de interrogantes: ¿Existe una unidad fundamental en la mente humana que induce al desarrollo de costumbres similares dondequiera que existan condiciones similares, como afirman o sugieren los defensores de la evolución cultural —por ejemplo, Herbert Spencer— y los deterministas geográficos a estilo de Ellen Semple y Ellsworth Huntington? ¿Existen fases definidas por las que ha de atravesar inevitablemente toda sociedad u obedecen las similitudes a contactos de los pueblos provocados por las migraciones, las guerras o el comercio?
La mayoría de los antropólogos admiten la posibilidad de un desarrollo paralelo de culturas, susceptible de producir resultados similares sin apropiación recíproca de ideas. Tal sería, por ejemplo, el caso del desarrollo paralelo del concepto del cero entre los Mayas americanos y los pueblos del Cercano Oriente. Los antropólogos admiten asimismo la posibilidad de la evolución independiente de ideas similares, como la costumbre primitiva de acostarse el marido cuando alumbra la mujer (couvade), practicada en diferentes partes del mundo. La mayoría, sin embargo, convienen en que la difusión o apropiación de ideas reviste importancia fundamental en la evolución de las culturas.
La arqueología y la historia nos demuestran que los pueblos aislados tienden a permanecer estáticos, sin que se produzcan en ellos cambios trascendentes hasta que el contacto con otros pueblos rompe ese carácter estacionario e inicia el proceso de apropiación de ideas. Aun en el caso de que no exista evidencia histórica de difusión entre dos lugares, puede presumirse tal difusión si el objeto o costumbre semejantes pertenecen a un amplio complejo de rasgos comunes a ambas regiones o si se hallan distribuidos ininterrumpidamente. La expansión del Alfabeto desde el Cercano Oriente a Grecia, luego a Roma y finalmente a toda Europa puede seguirse con perfecta claridad. La certidumbre de la apropiación de elementos culturales disminuye al aumentar la distancia o al interrumpirse su distribución.
Existente desde los tiempos primitivos, la difusión de la cultura adquirió carácter universal a raíz del periodo de descubrimientos y colonización por parte de las potencias europeas. El comercio provocó el trasiego de los objetos de cultura material de Europa a la India y al Nuevo Mundo y los esfuerzos misioneros difundieron los conceptos y doctrinas religiosas por todos los confines del globo. Las migraciones de los pueblos se encargaron mientras tanto de expandir la cultura europea por todo el mundo. Véase Etnología, Difusión de la cultura.