Las disoluciones son mezclas homogéneas en las que una sustancia se encuentra dispersa en otra. Dependiendo de la cantidad de soluto presente en el solvente, podemos clasificar las disoluciones en:
1. Disolución diluida: Es aquella en la que la cantidad de soluto es pequeña en comparación con la cantidad de solvente. En este tipo de disolución, las partículas del soluto están dispersas de manera uniforme en el solvente.
2. Disolución saturada: Es aquella en la que la cantidad de soluto es la máxima que puede disolverse a una determinada temperatura y presión. En una disolución saturada, el soluto está en equilibrio con su forma sólida, por lo que si se intenta añadir más soluto, este no se disolverá.
3. Disolución concentrada: Es aquella en la que la cantidad de soluto es alta en comparación con la cantidad de solvente. En este tipo de disolución, las partículas del soluto están muy próximas entre sí y pueden llegar a formar sedimentación o precipitación.
4. Disolución sobresaturada: Es aquella en la que se ha disuelto más soluto del que teóricamente podría disolverse a una determinada temperatura y presión. Esta disolución es inestable y cualquier perturbación puede hacer que se forme precipitado.
Estos son los principales tipos de disoluciones que se pueden encontrar, cada una con características y propiedades específicas.
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